Lapsus

Decir que no había perdido de vista a las dos asesinas en ningún momento y que se demostrase posteriormente que era completamente imposible y decir que él nunca llamó a la Policía y no reconocer a continuación su propia voz en una grabación y, por si fuera poco, que a continuación entrara en la sala su mujer y lo identificara sin ningún tipo de duda es, según la Audiencia Provincial de León «algo intrascendente, un lapsus o error del testigo, a todas luces intrascendente, que para nada ha influido en el resultado de la causa penal seguida contra las querellantes... Ni las favorecía ni las perjudicaba». Eso es lo que ha ocurrido con el policía jubilado sin el que probablemente nunca se hubiera resuelto la autoría del crimen de Isabel Carrasco (o la solución hubiera llegado mucho más tarde), un héroe anónimo que en cuanto dejó de ser anónimo quiso ser más héroe de lo que le correspondía. Es muy probable que así sea, que su ridículo en el juicio sólo fuera un lapsus. Es muy probable también que ni perjudicase ni favoreciese a las acusadas y en este caso concreto denunciantes. Pero también es muy probable que en ese juicio, y sobre todo en todo el proceso, hubo más de un lapsus, por todas las partes, protagonizados por muchos de los protagonistas, lapsus que en otros de los casos no se han considerado como tales en este caso que parece no terminar nunca.