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La noticia heredada

04/12/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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Pasé mi adolescencia buscando excusas para ir a ver a las chicas de Cerezales del Condado. Iba por la noches a jugar al futbolín, aunque lo había en mi pueblo; iba por Navidad a ver el Nacimiento, aunque nunca me llamó especialmente la atención; y contaba los días que faltaban para que llegara la fiesta, aunque no sabía lo que era el Corpus. Ahora que ya casi no quedan chicas y las de mi edad están todas casadas, ya no tengo que buscar excusas para visitar este hermoso pueblo, porque me las brinda la Fundación Antonino y Cinia, donde siempre hay algo interesante que ver. Pero el otro día llegué al bar de Maxi y Maricarmen y me arrepentí de ser periodista. No estamos demasiado bien vistos en este pueblo últimamente. Desde que un periódico publicó una cifra de la herencia que había dejado el impulsor del imperio Coronita, algo así como un órdago en el que no acertaron ninguna de las tres cifras pero a partir de las que todo el mundo empezó a especular, han estado en el punto de mira de la actualidad más bochornosa. Después de que otro periódico nacional hiciera un reportaje (sensato, en comparación con lo que vendría después...) sobre la herencia, el resto de medios de este país parecieron descubrir, dos meses después de su muerte, la biografía de un leonés excepcional que ya había demostrado en vida su generosidad con sus familiares y con su pueblo, así como en vida había merecido más reportajes y más atención mediática de la que ahora se le presta. Ya se sabe: las pompas son siempre fúnebres. Demostrando su falta de imaginación, su incapacidad para buscar temas propios y el vomitivo camino por el que quieren llevar esta profesión, todas las televisiones del país fueron enviando sus unidades móviles a entrevistar a los pocos vecinos que quedan en el pueblo, que hablaban al micrófono con la resignación de quien tiene que atender a los periodistas el día de la lotería de Navidad sin que le haya tocado. Ahora, en el pueblo, gracias a marabunta de enviados especiales que les ha pasado por encima, si uno cambia los zapatos o los canalones es porque ha heredado (no digamos si se compra otro coche) y hasta los gastos propios de cualquier pedanía, desde la orquesta del día de fiesta a la bomba del agua, les resultan más caros porque son los del pueblo de la Coronita. Están, y perdón por el tecnicismo, hasta el mismísimo.Sobre todo los que no han pillado, claro, que bromean diciendo que lo disimulan muy bien. El tema llegó a llamar la atención del mismísimo Friker Jiménez, ese referente de verdad servida en Santo Grial. La tormenta estaba remitiendo cuando otro periodista iluminado, en este caso inglés, decidió buscar el titular por las bravas: dividiendo la errónea cantidad publicada por el número de habitantes censados. Salían a dos millones por vecino, lo que debe de posicionar muy bien tu noticia en los buscadores, pero obviamente irrita al personal. Volvieron los micrófonos, llegados desde toda Europa, las llamadas de diferentes medios internacionales que venían a demostrar que el paletismo no es sólo patrimonio de esta provincia, ni siquiera de este país, sino que a esta profesión le está pasando lo que le está pasando porque se lo está ganando a pulso.
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