La niña del columpio espera su tercer riñón

Marisa y Sheila, madre e hija, protagonizaban la actualidad leonesa de hace treinta años. La ciudad vivía pendiente de aquella madre que iba a donar un riñón a su hija para que pudiera seguir viviendo. Otras dos mujeres irrepetibles. Sheyla ya tuvo un segundo trasplante y espera el tercero

Fulgencio Fernández
05/03/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Sheila agradece con un beso a su madre Marisa, a la sombra de la Catedral, su generosidad con ella. |  MAURICIO PEÑA
Sheila agradece con un beso a su madre Marisa, a la sombra de la Catedral, su generosidad con ella. | MAURICIO PEÑA
Hasta los titulares de la época (el 28 de febrero de 1987) reflejaban la ternura que —al margen de lo duro de la historia— despertaba aquella niña de seis años que aparecía en las páginas de La Crónica, en el parque, en un columpio con su madre. Decía el titular «Sheila, una leonesita de seis años, recibirá un riñón de su madre para sobrevivir».

La ciudad –la provincia– vivía pendiente de aquella ‘niña del columpio’ y de aquella ‘madre coraje’. De aquella Sheila que aguantaba como una campeona las duras sesiones de diálisis, a las que se tenía que desplazar a Oviedo pues no podía hacerlo en León; de aquella madre que tenía muy claro que donaría su riñón, aunque fuera el primer trasplante de vivo que se iba a hacer en España, lo que era un riesgo añadido «en el que jamás me paré a pensar ni un minuto». Hoy, treinta años después, cuando hablas con ellas entiendes que los lazos que se fortificaron entre estas dos mujeres son más fuertes de los normal, basta ver cómo se miran y escuchan, como se buscan cada día para tener un rato juntas. Marisa lo explicaba de una manera muy gráfica: «Para mi fue como una gran oportunidad que me daba la vida, como podertraer al mundo dos veces a la misma hija, darle una segunda vida».

Sheila fue la primerareceptora de un riñón de vivo, de su madre, en el hospital La Fe de Valencia La historia lo tenía todo y, para que nada faltara, tuvo un final feliz entonces. Los medios de comunicación siguieron paso a paso su viaje a Valencia, su estancia en La Fe, el transplante, las lógicas dudas... Pero la niña del columpio regresó feliz, su madre más, empezaba otra vida.

Fueron 25 años que Sheila Fernández define como «de una vida normal, hacía la misma vida que todas mis amigas, me tomaba mi corto en el Húmedo, estudié mi carrera –curiosamente Enfermera–, encontré trabajo y, conlas revisiones normales en mi caso, fueron 25 años de felicidad». Habla de 25 años porque esos fueron los que aguantó en su cuerpo el riñón de su madre. Cuando Sheila tenía 31 años surgieron losproblemas y la realidad: aquel riñón se agotó, «empezamos de nuevo».

Nuevo transplante, de su novio

Alguien que vivió con madre e hijaaquel contratiempo fue el novio de Sheila, Alberto Vilullas, que llevaba cuatro años saliendo con la joven. No lo dudó el joven, quería hacer lo mismo que hizo la madre de Sheila 25 años antes. Era más complicado que fuera compatible pero resultó que era posible, los médicos dijeron que era viable y Alberto teníamuy claro que le donaría el riñón, por más que no le faltaron trabas.

Con el riñón maternovivió 25 años, recibió en 2012 un segundo trasplante de vivo, de su novio Alberto Y el segundo riñón de vivo llegó al aparentemente frágil cuerpo de Sheila. Sólo aparentemente, es una de las mujeres más fuertes y luchadoras que te puedes encontrar. ««Mi madre me educó en la cultura de la donación. Ella no pudo hacerlo porque murió de cáncer y eso me marcó. Sabía dónde me metía y lo que implicaba, porque en esto no hay medias tintas, no hay vuelta atrás «, explicaba el joven que remataba con una frase rotunda:«Es muy fácil donar cuando quieres a alguien». La mirada de Sheila está recogida en la fotografía. Lo dice todo.

Con este segundo ha vivido cuatro años y medio, pero sufrió rechazo, está de nuevo en diálisis La historia del segundo trasplante, realizado en Valdecilla (Santander) también tuvo un final feliz, no así la duración de la vida que este nuevo riñón tuvo en el cuerpo de Sheila. Se produjo el rechazo y a los cuatro años y medio Sheila se encontró nuevamente en el punto de partida: «Pues vamos a ello», dijo La niña del columpio, tan vitalista como siempre pese a larga lucha que ya lleva a sus espaldas con solo 36 años.

En lista de espera

Cuando Sheila te cuenta que está nuevamente en lista de espera, que está en diálisis, «tres días a la semana durante cuatro horas» tienes la tendencia a «poner cara triste», te la quita ella en dos segundos, su torrente de palabras son un increíble canto a la vitalidad. «Es lo que hay, no pasa nada, a por el tercer trasplante, que ya no podrá ser de vivo, pero será».

Y sigue hablando y a su nueva batalla le sigue llamando «vida normal. Cuando tengo la diálisis voy en la ambulancia, pero en cuanto me apeo se acabó, a hacer lo que corresponda. Ayudo a Alberto a hacer la comida, salgo a dar un paseo con mi madre... Vida normal. Es cierto que algunos días estoy más cansada pero no me pienso rendir».

Y no rendirá. Buena es Sheila, aquella recordada Niña del columpio.
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