noemi4.jpg

La historia es un parpadeo

24/09/2016
 Actualizado a 16/09/2019
Guardar

"Tenemos una herida que no se cierra", asegura Faustino Blanco, nieto de Enrique Vidal, asesinado en septiembre de 1936 junto a otros dos hombres: Juan García y Tomás Parragués. Son crímenes sin sentencia, como tantos, y un dolor sin conclusión, ya que sus cuerpos aún no han aparecido, aunque sus familias no han dejado de buscarlos. Tras varios años de excavacionesfallidas, ahora creen que podrían estar debajo de la carretera. Les llaman ‘los tres de Lombillo’, porque de esa forma se une su trágico final y porque en esa pequeña localidad berciana, en la que Vidal era maestro, les abandonó la luz.


Parpadeo.


Veo, en la brevísima oscuridad, una imagen borrosa de los tres hombres. Los imagino maniatados y observo cómo son ocultados tras la iglesia del pueblo, porque la vergüenza siempre es la noche y los disparos que se hacen sin testigos.


Abro los ojos.


Leo que la familia quiere cauterizar esa herida, aunque persista la cicatriz. Será hoy, en ese mismo lugar que también ellos ven cuando cierran los ojos. Allí se pondrá una placa para que no se apague su recuerdo y siempre exista alguien que, al leerla, se pregunte qué ocurrió.


Parpadeo.


Escucho, en las sombras, rápidas como en una cinta acelerada, conversaciones alrededor de una mesa y el crujido de una pena arrastrada durante ocho décadas en las vidas de los hijos y de los nietos.


Abro los ojos.

Lo más leído