30/12/2016
 Actualizado a 16/09/2019
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En medio de este desgobierno en el que ni la Junta ni el Estado han presentado su presupuesto para el año 2017, la normalidad de la Diputación de aprobar sus cuentas en unos plazos razonables se ha convertido en el hecho excepcional. La Diputación lleva varios ejercicios con las cuentas saneadas, que no siempre las ha tenido, un mérito que corresponde al equipo que ha dirigido la institución en las dos últimas legislaturas políticas, aunque claro está, casi nadie va a reconocer ahora méritos a la asesinada Isabel Carrasco. Con estas cuentas saneadas y con la tranquilidad que da la mayoría absoluta, no es difícil tener un gesto de cara a la oposición para incorporar adhesiones, máxime cuando en algún grupo político sus responsables tienen trayectoria de pactar a cambio de contrapartidas ventajosas. Con pactos o sin ellos, lo importante es que esta administración no se pare y comience el año ejecutando el presupuesto, un presupuesto del que los principales beneficiarios son las entidades locales, y consecuencia de ello, los habitantes de los pueblos de nuestra provincia. Esta normalidad institucional genera riqueza y empleo por lo que supone de ejecución de obra pública, y contribuye a solucionar problemas que hacen de nuestros pueblos un lugar más. Otra cosa distinta es que todos compartamos los criterios del reparto del presupuesto en las distintas áreas, y que todos compartamos el criterio de reparto territorial del dinero, pues uno tiene la sensación de que no es demasiado objetivo y que se va con más alegría a los municipios mayores, aquellos en los que el alcalde tiene más influencia política, mientras que los municipios pequeños recogen las migajas. Como tampoco significa que no se pueda cuestionar el excesivo gasto corriente de la propia institución, la duplicidad de competencias con otras administraciones, el ejercicio de competencias impropias, el propio sistema de elección de los representantes políticos que conforman el Pleno, o no se pueda cuestionar hasta la conveniencia o no de la continuidad de la propia institución.
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