La caravana de los libros

28/03/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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Tienen ese magnetismo que le llaman hecho mediático esas caravanas de mujeres que siguieron a la famosa de Plan, convertida en historia, páginas de periódico, horas de radio y hasta película.

Hemos seguido con atención a otras posteriores. No nos faltaron en León algunas cortadas por el mismo patrón, como las de Quintana Fuseros o la fallida de Truchas. Después no faltó quien ahí vio el negocio y las sirve a la carta, él pone el autobús y la mujeres —más bien figurantes—, los pueblos aportan los solteros y algún negocio ve el negocio.

Y bajo su manto mediático pasan más desapercibidas otras caravanas, como la ejemplar caravana de libros a la que han bautizado como bibliobús. Llegan en silencio a los pueblos y abren sus puertas para que muchas gentes de la provincia accedan a esa biblioteca te no tienen en casa ni en el pueblo, conozcan el mundo sentados en la galería de casa, viajen a cualquier lugar mientras cuidan las vacas u ovejas, sirvan de filandón para quien en las largas noches ya no tiene vecinos que acudan a la cocina y hablen...

El bibliobús, tal vez el mejor invento de los últimos tiempos, esconde bajo su música la verdad contraria a la que las televisiones les intentan colar en medio de sus comidas y cenas presentadas como noticiero. Llevan palabras sabias y dulces envueltas en tapa dura, cuentan mundos a los que nunca viajarían de otra manera, sientan en los bancos de la plaza aventuras juveniles que esos niños que aún persiguen lagartijas querrán vivir cuando acaben de leer el libro.

Pocas iniciativas han hecho más por las gentes olvidadas del mundo rural y lejano que la caravana de libros que puntualmente pone su música en la plaza.
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