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La boca pastosa

22/11/2015
 Actualizado a 15/09/2019
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Me hubiera quedado en la cama (y aún seguiría allí), pero me levanté el 20 de noviembre con la boca pastosa. “Iba yo a comprar el pan y me enteré que era 20 de noviembre”, que diría Umbral. Escuché algo de aniversario y, egocéntrico de mí, pensé en la fiesta que la noche anterior había organizado este periódico para celebrar sus primeros dos años de vida. Me di cuenta de qué aniversario se trataba al leer un interesante reportaje que escribía en estas páginas el gran Félix Pacho, contando cómo vivieron los periodistas leoneses del diario Informaciones la muerte de Franco. Dice que tuvo una conversación telefónica de madrugada que se redujo a la pregunta “¿Ya?” y a la respuesta: “Ya”. Cuando llegó por la mañana a la redacción tuvo que mandar para casa a unos cuantos redactores a los que la enésima noche haciendo guardia les había dejado el aliento peligrosamente inflamable. A mí, este 20 de noviembre, casi me pasa lo mismo… No se puede uno poner a escribir en ese estado, aunque el lector no pueda apreciar lo pastosa que tiene la boca el que junta las letras. Hay miles de novelas y millones de reportajes que se escribieron con la boca pastosa, pero dar ejemplos sería de muy mal gusto. Hay que tener mucho cuidado con los ejemplos cuando uno quiere explicar algo. Por ejemplo, si quieres decirle a alguien a qué se parece la morcilla. Sobre ejemplos trataba un interesante artículo que leí también el 20 de noviembre, publicado por eldiario.es y muy acertadamente leonesizado por ileon.com. Hay lugares que son ejemplos de lo que pasa en el resto del país. En imposible metáfora, les llaman los ‘Ohio’ leoneses. Son municipios en los que, desde que llegó la democracia, siempre ha ganado el mismo partido que después ganó las elecciones generales. Pasa en Ohio y pasa en Onzonilla, dos localidades que nunca lo pensaron pero que pueden formar parte de la misma frase. Pasa también, por ejemplo, en Ponferrada, en Toral de los Vados, Villaquilambre y Cuadros. Auténticos ejemplos, al parecer, de la sociedad española. Mires donde mires, los ejemplos se vuelven contra ti. Toral de los Vados es tan español que manda el cemento. Ponferrada es tan español que cuando un tránsfuga se apoya en un acosador para hacerse con el poder le mantean a la puerta del Ayuntamiento. Cuadros es tan español que, cuando el alcalde salió de la cárcel, los vecinos le recibieron con la banda sonora de Rocky primero y con mayoría absoluta después. De modo que más vale no pararse a pensar en que los ejemplos leoneses puedan llegar al Gobierno de la nación. En el Congreso de los Diputados y en el Senado, no se me ocurren ejemplos ni del poder en manos de la construcción, ni de macabros pactos, ni por supuesto de corruptos con cargo público. Son sólo ejemplos. Aquí, en León, por lo demás, no somos así. Aquí nuestros cargos políticos no están a las órdenes de ningún empresario. Por ejemplo…
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