José Nieto: "En León puede haber unos 20 o 30 pisos donde se explota sexualmente a chicas"

Entrevista al jefe del Centro de Inteligencia y Análisis de Riesgo de la Ucrif

I.Herrera
06/11/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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Es el jefe del Centro de Inteligencia y Análisis de Riesgo de la Unidad Central contra las Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (Ucrif) y carga a sus espaldas con un buen número de operaciones cerradas con éxito. Esta semana estaba en León con motivo de las Jornadas Mujeres Inmigrantes y Violencia ‘Contra la trata’ que organiza la Fundación Isadora Duncan, donde habló sobre los nuevos operantes de las diferentes redes organizadas dedicadas a la trata de personas, "porque no es lo mismo cómo tratan las redes sudamericanas, las africanas, las asiáticas o las europeas, todas tienen un modus operandi diferente".

–¿Cuáles son esas diferencias?
–Por ejemplo, en las redes europeas, las rumanas principalmente, su principal ‘especialidad’ es la violencia física sobre las mujeres. Utilizan el engaño para atraerlas, con falsas ofertas de empleo o lo que se está llevando últimamente que es el ‘loverboy’, enamoran a una chica y la traen a España, y una vez que está en España la convencen de que siguen siendo pareja y que, como no tienen empleo, ella inicialmente va a empezar a trabajar un tiempo, escaso, en la prostitución. Voluntaria, por supuesto, porque son pareja y cada uno tiene que aportar a la casa. Él mientras le dice que está buscándose un empleo y lo que hace es volver a su país a buscar otra chica. Y estas micro redes lo que hacen es tener dos, tres, cuatro mujeres como máximo y las tienen diseminadas por España y cada una le va aportando una media de 100-150 euros diarios, y ellas, convencidas que son pareja. Él lo que va haciendo es hacerles una serie de visitas prácticamente semanales para recoger el dinero.

–Pero estamos hablando de personas que operan solas...
–Las hay, o se van haciendo, más grandes. Hay gente que se dedica a captar por los países, gente que se dedica a distribuirlas, principalmente en España y en Italia, y gente que se dedica a controlarlas en locales de alterne o en polígonos industriales, lo que se llama la prostitución callejera, es decir, es una distribución en red. Es una pirámide perfecta donde hay una cabeza visible que está en el país, que esa sí que no se mueve, y es la que recibe absolutamente todos los beneficios de la organización. Esa sería la forma de trabajar de las europeas.

–¿Y cómo actúan con las víctimas?
–Inicialmente están convencidas, cuando se dan cuenta que son fruto de un engaño y que ya no son pareja porque lo que les han dicho es todo mentira, lo que hacen es, inicialmente, amenazarlas y cuando no estén cumpliendo los mínimos requeridos de 100 o 150 euros diarios, lo que hace el cabecilla de esa parte de la organización es coger a una de las mujeres y darle una paliza, pero siempre delante de la gente para que vean lo que pasa si alguien no obedece las normas de la organización.

–Si van y vienen ¿cómo las controlan?
–Este tipo de mujeres, hablamos de las del Este, principalmente rumanas –que representan más del 40% de las mujeres explotadas en España– están en dos sitios, o en locales de alterne o en polígonos industriales. Últimamente también lo que están haciendo es hacerlas más invisibles quitándolas de la calle o del club, llevándolas a un piso donde solo lo ve la gente que va a consumir prostitución. Y para controlarlas lo que hacen es poner una controladora mujer cuya función es ver qué hace cada una de ellas, vigilar a cada una de ellas, son grupos de 5-6 mujeres, y ésta sabe en todo momento qué ha hecho cada una, cuánta recaudación...

–Estas controladoras, ¿son voluntarias?
–Hay dos tipos, hay veces que la organización les obliga a controlar a sus propias compañeras, o hay gente que lleva tanto tiempo ya dentro de la organización que lo que hace es dar un paso más en el escalón y ya pasa a formar parte de la organización. Los beneficios para ella es que no está siendo explotada sexualmente, si ella no quiere.

–¿Cuál sería la definición de trata de personas?
–Según el protocolo de Palermo, la trata tiene cinco finalidades. La más conocida, también por ser la más utilizada y la que más beneficios da, es la trata con fines de explotación sexual. Pero también hay trata con fin de explotación laboral, con fines de extracción de órganos, con fines de matrimonios de conveniencia, y trata con fines de actividades delictivas, es decir traer a gente (está sucediendo mucho con menores rumanos) para cometer actos delictivos, hurtos, pequeños robos, cosas no muy graves que dan grandes beneficios a la organización.

–Parece que es algo que evoluciona casi a diario, tanto los fines como las formas...
–Claro, la legislación se va poniendo al día de la actividad real que sucede en la calle, porque hasta el año 2010 no existía legalmente en España la trata (no estaba tipificado el delito, pero la trata existe desde que el mundo es mundo), pero sí actuábamos nosotros por el artículo 318 bis 2 del Código Penal, inmigración irregular con fines de explotación sexual; eso sí existía, pero teníamos un problema con las ciudadanas rumanas y búlgaras, son ciudadanas europeas.

–¿Y cómo está regulado?
–El delito de trata va de 5 a 9 años y el de explotación sexual va de 4 a 8. Muchas veces van unidos. Son delitos diferentes pero no es un concurso real la suma de penas, sería un concurso medial, la pena más alta en su grado máximo. Y hay que recordar que hay un delito por cada víctima, lo cual son penas considerables. Hasta entonces era muy complicado, íbamos al juzgado, y la Fiscalía ya no pedía ni siquiera prisión porque eran apenas dos años, no existía la trata, existía la inmigración irregular. Ahora, el delito de tráfico de personas, que es favorecimiento de inmigración irregular está castigado con un máximo de un año de prisión. O sea, hay mucha diferencia entre la trata y el tráfico de personas, aunque a veces la gente los confunda. La gran diferencia es que en la trata hay un delito por cada persona. Lo que pasaba es que hasta el 2010 mucha gente que se dedicaba a otro tipo de delitos como el tráfico de drogas se empezó a dedicar a la trata de personas y a la explotación sexual, sacaba prácticamente el mismo dinero y estaba muy poco penado. Y lo peor, socialmente no está mal visto.

–Exponía en las jornadas que un 37% de españoles consume prostitución, y dice además que no está mal visto...
–La gente, cuando ve un club, lo que piensa de las mujeres que están dentro es que son unas frescas, que no quieren trabajar. Por eso las denominamos víctimas invisibles o transparentes, porque la gente no las ve como víctimas, salvo si están muertas, heridas, sangrando... pero cuando ves una persona que está con una copa en la mano, bailando, en ropa interior y con una sonrisa de oreja a oreja, ¿quién va a pensar que es una víctima? Somos tan superficiales que nos quedamos en las cortinas, no vemos lo que hay detrás; y esa sonrisa es una sonrisa obligada, y esa copita es una copa que encima ella se está pagando, y si está bailando con uno o con otro es porque alguien, una controladora, está vigilando que no esté parada en un sofá esperando que pase el día, porque tiene que hacer un mínimo de recaudación.

–¿Esa modificación en la ley ha supuesto una reducción?
–Hemos visto que la gente lo que ha hecho ha sido esconder a estas mujeres llevándolas a pisos. Fuera del club, fuera de los polígonos industriales… fuera de la visión de la Policía. En zonas públicas o locales podemos entrar en cualquier momento a controlar. Podemos intentar localizar los indicios conductuales, situacionales, localizar víctimas... que es nuestro objetivo. Imagínate en León, diciembre, 5 de la mañana, ¿quién va estar en la calle voluntariamente? Si pensamos un poquito pensaremos que están obligadas. El problema es que tenemos que demostrarlo, y nuestra principal baza es la declaración de la víctima.

–Y será complicado...
–Lo complicado es que alguien se autodenomine víctima, es como cuando te han estafado, no quieres reconocerlo. Le han prometido una vida genial, un matrimonio, ser pareja de, cuidar niños… O muchas de las mujeres, principalmente cuando vienen de Sudamérica –allí tienen un concepto del sexo mucho más abierto–, muchas sí que están ejerciendo la prostitución en su país, pero lo hacen porque quieren, es un complemento a su actividad. Cuando estas redes, que saben perfectamente dónde tienen que ir a captar a estas mujeres, normalmente en situación económica precaria, desestructuradas, con cargas familiares... le ofrecen hacer lo mismo, pero en Europa y ganado más... se vienen y, cuando llegan, las encierran en un club de alterne y les dicen: «A partir de ahora tienes una deuda contraída conmigo de 6.000 euros porque te he pagado el viaje, el pasaporte, el seguro…». Y todo eso suma un montante de realmente 1.000 euros, pero hacen la cuenta de la vieja y salen 6.000, «y cuando me pagues eso eres libre». Pero es una deuda que jamás la van a pagar porque les van a imponer una serie de sanciones que van a ir incrementando la cuantía (por mascar chicle, por hablar por teléfono, por chillar…). Entonces ellas jamás piensan que son víctimas, se creen que les están haciendo un favor, que les han sacado de un pueblo pequeñito de Brasil, de Colombia, de Perú, de Paraguay… me las han alejado de un marido que le pega, un padre que le pega… y estoy en Europa, ellos son mis salvadores.

–Parece que hablamos siempre como un problema muy vinculado a extranjeros…
–Pues el problema es que cada vez hay más víctimas españolas. Nosotros por ser españoles no somos ni más listos ni más tontos que los demás. Todo va muy vinculado al tema económico, a la crisis. Pero claro, hay que recordar que estamos en el Acuerdo de Schengen, en Europa, en el primer vagón de velocidad, pero hay países que están mucho más evolucionados. Si en nuestro país hay muchas víctimas rumanas o búlgaras porque económicamente están menos evolucionados que nosotros, ¿por qué no puede haber víctimas españolas en Francia, en Alemania o en Reino Unido?

–¿Cómo trabaja la Policía Nacional?
–Una forma es concienciar, porque sin demanda no hay oferta. Hay que concienciar a la gente y, sobre todo, visualizar el delito. Lo decía antes, no está socialmente mal visto la explotación sexual porque la gente no cree que haya explotación sexual. La gente piensa que encima estás trayendo a la gente de países pobres a España a ganar dinero, y que le estás haciendo un favor a la tía con los 50 euros que le pagas. Hay que convencer al cliente que esos 50 euros lo único para lo que sirven es para captar más víctimas. Si la gente se prostituye de forma voluntaria, vale, porque Policía no combate la prostitución porque no es un delito, es una actividad alegal en España, no está regulada, y ahí si tú lo haces de forma voluntaria y es para ti, ole. En España, Policía, lo que combate es el tráfico de personas y la explotación sexual, que la gente no esté ahí porque alguien le esté obligando.

–¿Hay suficientes recursos?
–Recursos siempre nos harían falta, pero a partir del año 2013, con la implantación del nuevo plan policial contra la trata de seres humanos, lo que se hizo es dar un giro más sobre lo que ya se estaba haciendo y se creó un teléfono gratuito–900105090– que está atendido por profesionales, policías de la brigada central de la trata, los mismos que cuando no están atendiendo el teléfono están haciendo investigaciones sobre esto; y un correo electrónico, trata@policia.es, que recibe un montón de información, porque sabemos que si esas personas tuvieran que ir a denunciar no irían. Desde 2013 hemos registrado más de 5.000 y pico llamadas. Hay veces que llaman víctimas, pero lo que más recibimos son llamadas de clientes que han ido a club pensando que aquello era una sala de fiestas, pero han visto algo raro.

–Son operaciones largas...
–Sí, porque además, cuando nosotros damos un golpe en la mesa necesitamos que la mesa se rompa, como des un golpe en la mesa y no rompas, lo que haces es hacer más fuerte a la organización. Si no metes en prisión a la gente haces un flaco favor a la víctima. Hay que tener pruebas contundentes.

–¿Hay alguna operación en particular que haya marcado su carrera?
–Hay tantas… Pero ha habido una, un día de San José. Esa fue muy rápida, duró como dos días. Siempre decimos que la mayor parte de las víctimas son personas de familias desestructuradas, de perfil económico bajo… pero en este caso era el tema de un ‘loverboy’, creo que fue de los primeros que vimos. Era una pareja de Rumanía, él tenía residencia en España, y en unas vacaciones de la facultad (ella estaba en primero de carrera) él le dijo que se podían venir a España a ganar un poco de dinerillo trabajando en una pizzería y perfeccionarían el idioma… Ella no estaba del todo convencida, pero al final aceptó y haciendo caso al novio se lo dijo también a su amiga para que fuera también con su chico (que era amigo de él). Se cogieron un coche y se vinieron para España. En el viaje, pensando que estaban dormidas, la chica escucha hablar a los dos chavales y se entera de lo que quieren hacer con ellas, se sigue haciendo la dormida y va poniendo mensajes a su padre por el móvil hasta que ellos se dan cuenta y le quitan el teléfono. El padre denuncia a la policía rumana, estos contactan con la embajada y la Policía empieza a trabajar. Investigamos, localizamos la residencia del chaval en Vallecas y les estamos esperando allí cuando llegan. Tuvimos el piso vigilado toda la noche hasta que conseguimos la orden judicial de entrada y registro. Por la mañana entramos al piso, estaban los dos rumanos, las dos rumanas y otros cuatro o cinco armarios roperos con 30 botellas de whisky todas robadas, y la ropa para ir a llevarlas ese día a un club de Valdemoro. Lo que habían hecho era vender a las chicas. Cuando entramos rompiendo la puerta con el chaleco de policía me acuerdo que las chicas se nos tiraron a las piernas. Afortunadamente ellas dos no llegaron a ser explotadas sexualmente. Ya digo, fue un tema que duró muy poco, pero ver el lobo que estuvo a punto...

–León no es una zona conflictiva…
–No es conflictiva, no es una zona de trasiego de gente, no es una zona con mucho poder adquisitivo... Aquí puede haber 20 o 30 pisos de chicas.

–España como país consumidor sí destaca, ¿no?
–Como consumidor, sí. Claro, todo hay que verlo desde arriba. En Francia está prohibida la prostitución, en Alemania está regulada, en Suecia prohibida, en Holanda regulada…

–Y... regular prostitución, ¿sí o no?
–Yo no entro en ese debate, nosotros nos dedicamos a combatir el delito, y, cuando me preguntan me hago el gallego. Pero sí pongo las cartas encima la mesa, en Holanda vemos los escaparates y no creo que haya nada más denigrante, pero ellas pagan su seguridad, sus impuestos… Y esto es como cualquier otro negocio, vas a un taller que te cobra 1.000 euros y a otro que te cobra la mitad, te hace los mismo, el coche te va a funcionar, pero no te mete IVA, el aceite es peor… Al que cumple con todos los requisitos, al final no le van los clientes, el que incumple la ilegalidad es el que gana. Los que están en negro, son los que ganan. Pero como estos no se ven, la prostitución es perfecta, da dinero, da puestas de trabajo… Y encima por ser prostitutas tienen más dificultades en cualquier trámite.Ahora, quien quiera, que lo regule.
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