25/06/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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Manual de instrucciones para la votación de mañana, edición no venal. Primero: votar es importante, muy importante. De esas pocas cosas que, aunque las repitan tanto, son ciertas. Y aunque resulte pesado, recuerde que resulta mucho más pesado (y con muchas otras pesadillas) no poder hacerlo. Sucede como con el running (antes llamado correr): cuanto más se vota, más en forma se está; aunque canse. Segundo: se juzgan los programas políticos, no a los políticos en sí mismos. Esta parte es preciso remacharla, pues a veces sentimos la tentación de votar a un tipo con aspecto más o menos fiable y simpático, seguro de sí o bien parecido: también son argumentos válidos, pero acaban por no funcionar. Sucede como en el fútbol: Iniesta no es un galán maqueado, pero juega como los ángeles (nota aparte: sexo no tienen, pero ¿juegan los ángeles al fútbol?). Tercero: algunos de esos programas ya han sido probados; pero otros, no. Por tanto, de algunos sabemos qué puede esperarse, de otros sabemos sólo lo que algunos nos dicen que puede esperarse (con predecibles intenciones aviesas). Sucede como con la feria: no vale que te la cuenten. Cuarto: también se juzga la legislatura previa, pues toda elección es un refrendo o un rechazo al gobierno saliente. Pero cuidado, la anterior legislatura duró poco, se frustró pronto y apenas dio elementos de juicio, salvo sobre qué planes y actitud tiene cada cual en caso de un acuerdo que se antoja imprescindible. La que se juzga es la que duró mucho (y continua). Toca hacer un esfuerzo de memoria y valorar lo sucedido en estos cuatro años. Si les convence, la elección es sencilla; si no, tienen otras opciones y les tocará pensar un ratito más. Saber es recordar.

Quinto y último, last but not least (no hay quinto malo): vote usted lo que le venga en gana. No se debe aconsejar, influir o mediatizar. Nota final: un buen español (y un buen catalán, si us plau) jamás lee un libro de instrucciones. Y mucho menos le hace caso.
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