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‘Incipere dimidium est’

26/06/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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En un portal de Donosti, como de cualquier otra ciudad, incluida León, los vecinos deciden poco más que el color del que quieren pintar la fachada. Así lo explicó en la Fundación Antonio y Cinia de Cerezales, Jakoba Errekondo, de Zerain (Guipúzcoa), en el foro ‘Medio Rural. Procesos para la transformación social, económica y demográfica’. En contraposición exponía que en el pueblo en el que vive pueden decidir sobre aspectos del servicio de salud, de la escuela de sus hijos o, simplemente, dónde aparcar. En su particular alabanza de aldea, Errekondo defendió una visión del desarrollo que tiene que ver menos con la renta per cápita y más con «ser dueño de tu destino».

Zerain es una localidad donde el fin de la minería del hierro abrió un periodo de decadencia similar al que se ha visto en tantos pueblos de las cuencas de la provincia. Sin embargo, como explica Errekondo, con trabajo y gestos sencillos han logrado invertir la tendencia que les llevó a pasar de 600 a 200 habitantes en 20 años y han remontado hasta los 260 vecinos gracias a proyectos vinculados a la cultural y el turismos, en los que ha participado prácticamente todo el pueblo. Gestos sencillos como encargar a los más jóvenes catalogar los objetos más valiosos de cada una de las casa del pueblo. Valiosos bajo la visión de los vecinos, no de un etnógrafo llegado de Barcelona. La semilla prendió y ha favorecido la actividad turística que ha impulsado otros sectores logrando crear empleo y fijar población.

–Todo eso que cuentas de organizarse, ser dueños de nuestro destino, etcétera, está muy bien, pero aquí es muy difícil, hay mentalidades, trabas...–, le dije al final de la charla.

–Ya, seguro, allí también las había, mucho más porque veníamos de la dictadura, pero ya hace cuarenta años que empezamos y en algún momento tendréis que empezar vosotros.

Y recordé al profesor de Latín, que cuando vagueamos nos solía motivar ‘incipere dimidium est’.
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