Pues podía ser peor. Si las tablas ante Arandina (19º) y Caudal (16º) dejaban la sensación de que la Deportiva había desperdiciado una oportunidad de oro de asaltar la zona de ‘playoff’, el empate cosechado ayer por los blanquiazules ante el Guijuelo (0-0) hizo buenos los puntos conseguidos entonces.Ante los chacineros –con un equipo plagado de bajas, eso sí– la Ponferradina se empeñó en confirmar que lo que se vio ante Boiro oCultural en su día fue una excepción y que su verdadera cara es la que volvió a mostrar ayer, la de un equipo que necesita que todo salga rodado para mostrar sus virtudes y que a la mínima resistencia rival enseña todos sus defectos.
Una vez más, la Deportiva terminó un partido sin un solo disparo a portería. Son ya tres los encuentros que llevan los bercianos sin marcar, pero el recuento de ocasiones no es mucho mayor.
Si bien es cierto que tampoco encaja goles, en el Municipal de Guijuelo la falta de puntería local fue la única responsable de prolongar la ‘buena’ racha de los blanquiazules. Los chacineros tuvieron pocas ocasiones, pero cuando llegaron a la portería de Dinu Moldovan lo hicieron con peligro y si Pino, con el rumano ya totalmente batido, no hubiera sacado del estadio un balón que prácticamente solo tenía que empujar, los tres puntos se habrían quedado en tierras salmantinas y el drama berciano habría adquirido tintes mayúsculos.
Pero la tragedia continúa. A la mala imagen de los blanquiazules esta semana se ha unido el despertar del Pontevedra, que volvió a ganar seis jornadas después ante el Burgos (2-1) y aleja la cuarta plaza acuatro puntos.
Otra salida en falso
La Deportiva volvió a tirar cuarenta y cinco minutos. A estas alturas de temporada y echando un vistazo a las estadísticas, que un partido de los bercianos se vaya al descanso con el 0-0 inicial no sorprende, pero más preocupante incluso que la falta de gol de los blanquiazules son sus apuros para acercarse con algo de peligro a la portería rival.
Asediado por las bajas, el cántabro se sacó de la manga una propuesta que no salió bien. Sin Yuri –tampoco Adán Gurdiel, Andy ni Abel Moreno–, el técnico devolvió la titularidad a Héctor Figueroa, se guardó a Pallarés y adelantó la posición de Chavero, consciente de que el catalán es uno de los pocos jugadores con lucidez suficiente en los últimos metros.
También regresó al once David Caiado, que devolvió a Cidoncha al centro del campo. La ‘revolución’ de Munitis se tradujo en un más de lo mismo. Ni una ocasión en la primera mitad, ni una parada de Kike en los noventa minutos de partido.
Y es que los cambios, que sobre el papel trataban de conseguir una Deportiva más creativa y con más recursos ofensivos, lograron justo lo contrario. Para que el experimento funcionase, los blanquiazules necesitaban tener posesión y continuidad en campo rival, pero sin el trabajo de Chavero y con la endeblez, a veces convertida en desidia, de Cidoncha en labores defensivas, solo el Guijuelo rondó la portería rival.
En los escasos momentos en los que la Deportiva logró amarrar el balón, la película cambió, pero demasiado lento, a ritmo de ‘Nouvelle Vague’, cuando los blanquiazules necesitaban un Michael Bay. Una hora tardaron en crear su primera ocasión de peligro, un disparo de Chavero desde el interior del área que se marchaba muy desviado por encima del larguero.
Los últimos minutos fueron una agonía para ambos. El Guijuelo porquevio como Pino mandaba los tres puntos al limbo, la Deportiva porque vuelve a ser incapaz de dar un golpe sobre la mesa y pierde la enésima batalla psicológica de la temporada.