Guía para perderse entre las nubes del techo de Babia y Peña Ubiña

La emocionante aventura de flotar en el cielo durante un viaje en globo

Susana Martín
18/08/2017
 Actualizado a 18/09/2019
Los preparativos para iniciar el vuelo duran alrededor de media hora. Después, todo listo para flotar entre las nubes, mecidos por la brisa de la jornada matutina. | MAURICIO PEÑA
Los preparativos para iniciar el vuelo duran alrededor de media hora. Después, todo listo para flotar entre las nubes, mecidos por la brisa de la jornada matutina. | MAURICIO PEÑA
Quien haya flotado entre las nubes alguna vez no olvidará jamás la experiencia de viajar en globo. La sensación de ver el mundo a vista de pájaro es una aventura emocionante que tiene más que ver con la calma que con cualquier deporte de riesgo. Volar en un aerostático y contemplar la vida desde una óptica absolutamente diferente supone, además del reto de atreverse, emprender un viaje singular sin destino preestablecido, una experiencia en que los viajeros se trasladan  lentamente, mecidos por las brisas tranquilas del amanecer, como flotando... ¿Se imaginan?Para celebrar el vuelo, los viajeros y el piloto brindan después con burbujas. "Qué gran experiencia", comentan entusiasmados Para quienes no hayan tenido todavía la oportunidad, la empresa asturiana Íkaro Globos –www.ikaroglobos.es; 606-356634– hace posible ese sueño a todas luces inolvidable. En Asturias, en Cantabria, pero también en León, una provincia que es una de las preferidas por los pilotos de la empresa. «Los paisajes son increíbles, y la perspectiva desde arriba no tiene nada que ver con nada que uno pueda imaginarse», cuenta antes del despegue el piloto, Efrén Soto. «No es peligroso, no da vértigo, es inolvidable».La duración completa de la actividad es de unas tres horas, aunque el ‘salto’ dura sólo alrededor de una. Y decimos ‘sólo’ porque una vez subidos en la barquilla, ya lejos del suelo, el viaje se hace tan corto que uno quisiera seguir flotando entre las nubes durante horas. Y más aún si el marco es el elegido, San Emiliano de Babia.Con Peña Ubiña como paisaje, cuando los cinco afortunados viajeros llegan al punto de encuentro la aventura está casi lista. Varias personas de Íkaro ultiman los preparativos. Han llegado al amanecer y, con los 187 kilos de vela esparcida, están montando el quemador. No parece tan grande el vehículo... Pero lo es. 400 kilos pesa el conjunto del ‘mamotreto’, 140.000 pies cúbicos de globo fabricado en Bristol con una vela de colores que en unos minutos brillará con fuerza en el cielo babiano.

Las llamaradas van calentando ahora el interior de la vela, que ya va mostrando su tamaño real. Mientras, otro chico carga en la barquilla las bombonas de propano, 90 kilos en total, el doble de lo que se necesita para un vuelo de una hora. «Hay que ser previsores», explican, «no se corren riesgos».

Y explican que hay que tener en cuenta el peso total de los viajeros, pero también las corrientes de viento y las condiciones meteorológicas. Recomiendan el vuelo a primera hora, al amanecer, «hay menos viento, todo es más tranquilo».

Ya en el cielo, emprendido el vuelo, el habitáculo alberga a seis personas entusiasmadas con una experiencia única. Los que se quedan abajo contemplan un ascenso lento, tranquilo, y cómo el piloto va manejando la nave, controlando a través del calor el ascenso del globo. Si quiere descender, lo va enfriando despacito. «Es un juego de pesos y temperaturas», detalla otro miembro del equipo de tierra.

Al tratarse de una aeronave, los viajes en globo están reglados por la aviación civil. No pilota cualquiera: deben tener la licencia oportuna y al menos un centenar de horas de vuelo.

¿Qué se siente arriba? No se percibe la altura ni se siente la velocidad vertical. Hay mucha calma. «Esto no es un viaje para valientes», cuenta Soto, «algunos tienen miedo a lo desconocido, creen que van a tener vértigo, pero en dos minutos se dan cuenta de que el vuelo es relajado».

Ya en tierra firme, el piloto cuenta una fascinante historia sobre el globo y brinda con burbujas con los pasajeros.

El precio de esta experiencia, 180 euros por persona.
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