Garantes del orden público

Fallecen a los 91 años dos singulares personajes, el último de la saga de los Valcarce de Ariego y el padre Fierro, de la poderosa familia de Valdelugueros

Isabel Herrera
17/12/2014
 Actualizado a 19/09/2019
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Su labor es prevenir y mantener la seguridad ciudadana y restablecer el orden público en alteraciones. Visten con el uniforme del Cuerpo Nacional de Policía, pero llevan además el distintivo de la UPR (Unidades de Prevención y Reacción), se les puede ver en las concentraciones, manifestaciones, eventos deportivos, visitas de autoridades, en los imprevistos de gravedad, en grandes concentraciones de masas o en registros rutinarios como parte del trabajo de prevenir la delincuencia, especialmente cuando existe una proliferación de determinados delitos.

Hay UPR en 45 provincias de toda la geografía española, una de ellas León, y su ámbito de actuación es todo el territorio nacional, aunque principalmente operen en su demarcación provincial. Aun así, hay situaciones que requieren su presencia, como ha sido este año la Marcha de la Dignidad del 22 de marzo en Madrid, que congregó a decenas de miles de personas por las calles de la capital y con disturbios al final de la manifestación, o la coronación del rey Felipe VI, también allí estuvieron los agentes de la UPR de León.


Están organizados en dos subgrupos operativos y un equipo de mando. La Nueva Crónica ha querido conocer más de cerca su trabajo y ha acompañado a integrantes de esta unidad en su quehacer diario patrullando por las calles de León y en operativos, puntuales y rutinarios.

Antes de salir de Comisaría cada uno de los agentes sabe qué tiene que hacer. La jornada queda planificada y las funciones repartidas. Cogen el material necesario –de acuerdo a la previsión– y se lanzan a la calle.

Dentro de su actividad diaria está la de realizar controles en función a picos de determinados delitos En los últimos días se ha constatado un incremento en los robos registrados en locales así que saben lo que tienen que buscar: cuñas, destornilladores, palancas... y para ello montan un control que denominan ‘de semáforo’. En cuestión de minutos varias motos y furgones de la Policía Nacional instalan un control en la glorieta de Pinilla, cada cual toma su puesto y, mientras unos seleccionan y dan el alto a vehículos que puedan resultar sospechosos, otros proceden a exponer el motivo por el que se les ha detenido, piden la documentación a los ocupantes de los coches, la comprueban, los registran y actúan en consecuencia. El control apenas dura un cuarto de hora, más tiempo resultaría inútil, ellos dependen del factor sorpresa.

Filtro en la estación


Después del control, tienen previsto hacer un filtro en la estación de autobuses. Este tipo de actuaciones se realizan a diario en las distintas estaciones para controlar lo que entra y sale, «sobre todo menudeo de drogas», explican los agentes. De nuevo todo sucede muy rápido, entran a la estación por los distintos accesos para bloquear las salidas y realizan registros al azar, movidos siempre por la intuición que, sumada a la experiencia, suele estar fundamentada. Aprovechan la hora de llegada de algún autobús, ratos de movimiento, y raro es el día que no se incautan de alguna sustancia, marihuana sobre todo, cantidades que rozan el límite de la vía penal, hasta 100 gramos por ejemplo en el caso de esta droga, lo que se salda con una propuesta para sanción administrativa que remiten a la Subdelegación del Gobierno y, por supuesto, la incautación de la misma.

A algunos de los transeúntes que frecuentan la estación ya les conocen, se acercan, les preguntan cómo les va, les aconsejan, les recuerdan los servicios sociales a los que pueden acudir... y así terminan, dando una vuelta por el recinto, comprobando que todo está en orden.

El menudeo de drogas y la posesión de armas son dos casos con los que se topan casi a diario Levantado el filtro en la estación salen a patrullar por la ciudad, sobre todo en lo que denominan puntos negros, zonas de alta conflictividad que, en el caso de León localizan, por ejemplo, en barrios como La Asunción o El Crucero. Uno de los agentes llama la atención al compañero que está al volante, «aquel coche de allí», se refiere a uno que está parado al comienzo del paseo de Papalaguinda y junto al que se encuentra un grupo de jóvenes. Le ha parecido sospechoso y demuestran que la calle les agudiza el ojo. «Buenas noches. Caballero, ¿es usted el propietario del vehículo? –le dicen al que está junto a la puerta del conductor–. Nos permite la documentación, por favor.».

Así proceden a identificar a los cinco chavales que aseguran que no están en posesión de nada que les pueda comprometer, ni armas ni drogas, y que no tienen antecedentes. En un ambiente distendido proceden a cachearles y a registrar el vehículo y aparecen dos bolsas de marihuana. La situación se tensa. Resulta que el responsable de las mismas sí que tiene además antecedentes, se empieza a poner nervioso. «Siempre suele ser así, al principio están muy dispuestos, no ponen ninguna pega, nos mienten y, ya cuando les has pillado, se acabó toda la buena disposición, se ponen nerviosos y, muchas veces, hasta violentos», explica el jefe del grupo. La actuación se cierra con una amonestación y propuesta de sanción e incautación de la droga.

La jornada continúa, siguen patrullando por León, una ciudad tranquila, aseguran, «una ciudad pequeña que te permite conocer la delincuencia». Una ciudad que fía la seguridad de sus moradores a la Unidad de Prevención y Reacción, la UPR.
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