Filandón con perro

28/06/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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La provincia se está convirtiendo en un gran filandón. Así como la lucha leonesa creció porque sólo necesitaba de dos rapaces con ganas de jugar y dos manos para agarrarse (ni siquiera usaban el cinto) el filandón en plena calle y a todas las horas del día se abre paso por otra necesidad mucho más vieja, la de hablar. Y mucho más en aquellos pueblos que se han quedado sin bar, que es el filandón oficial.

Alberto, único habitante de Valbueno durante muchos meses de invierno, recordaba cómo en Nochevieja se tenían que juntar vecinos de tres pueblos para poder juntar jugadores suficientes para una partida de tute, cuatro, nada del otro mundo. «Por matar el tiempo un rato y hablar con alguien, que las vacas te dan poca conversación», bromeaba el omañés.

Hay pueblos en los que no es tan grave la situación, que tienen vecinos suficientes para entablar conversación y, como siempre se hizo en los filandones, dejar que hable al mejor contador de historias, que no hay placer mayor que escuchar.

Placer de escuchar a gente como Nano, el de Coladilla, imprevisible, simpático, sorprendente... «¿Tu tienes pueblo? ¿No? Pues cómpralo, que ahora están baratos».

La piedra ‘cimera’ del ventanuco de la pared ya avisa que es el número 1 de los contadores. Hasta el perro escucha con atención.
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