15/04/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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¿Es posible imaginar un mundo sin libros? Sí, la principal fantasía de las dictaduras totalitarias ha sido alcanzar un mundo sin libros. Hay que recordar que en la Alemania nazi se escenificaron quemas públicas de los libros de aquellos autores ‘impertinentes’ que previamente ya habían sido condenados al ostracismo. Para el poder, la lectura es un acto criminal y, por tanto, debe ser erradicado de la sociedad. Que delicia para los totalitarismos una población desmemorizada y sin espíritu crítico.Acabar con los libros es una de las vías más seguras para conseguir unos seres serviles y pancistas. Acabar con los libros es una forma de aniquilar la memoria y el pasado. Nos advertía George Orwell en ‘1984’ que «quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado». Controlar los libros es la gran aspiración del poder.

En 1966, hace medio siglo, François Truffaut, estrenó la película Farenheit 451,una adaptación de la novela del gran Ray Bradbury del mismo nombre. Truffaut crea un mundo en el que los libros están prohibidos. El protagonista de la pelicula es Guy Montag, un bombero encargado de quemar los libros. Precisamente el sugerente título, Farenheit 451, hace relación a la temperatura en la que arden los libros. Sopletes y lanzallamas servirán para aniquilar cualquier escondida biblioteca.

La película habla fundamentalmente de la memoria y lo incómoda que resulta ésta para el poder. La cultura es fundamentalmente memoria. Proteger los libros es una forma de salvar nuestra memoria, una resiliente forma de no olvidar. En la película hay un bosque en el que vive una comunidad secreta de personas supervivientes que se han transformado en libros. En ella cada persona memoriza un libro para salvarlo del olvido, para que ese libro sobreviva de generación en generación. La idea de las personas-libro es fascinante porque finalmente son la única esperanza contra la dictadura, la única forma de salvación de la libertad.

En la película Montag acabará convirtiéndose en un fugitivo. Conoce a una maestra que se atreve a leer libros, que prefiere la libertad de conciencia a una buena vida pero encadenada. Prefiere la subversión frente a ese estado dictatorial en el que la lectura es prohibida. «Y cuando nos pregunten lo que hacemos, podemos decir: estamos recordando. Ahí es donde venceremos a la larga. Y, algún día recordaremos tanto que podremos construir la sepultura más grande de la Historia, donde meteremos la guerra y la enterraremos». Lastimosamente hoy los libros se han sometido a las pantallas y nuestra memoria está cargada de olvido. ¡Que el próximo día del libro sea un homenaje para ellos!
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