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Estudiando el ‘folloumi’

16/10/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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Oye, tardé, pero al fin ya he logrado entender el lenguaje de los lobos. Bueno, igual no de todos, sólo de los que te asaltan por la noche con tricornio.
No puedo entenderlos a todos, esas cosas se van aprendiendo por partes, que ya nos lo explicó la gran maestra de las ciencias nada normales, no es que sean paranormales, es que van por otros cauces. Vuelvo al suco, que me esnorto. Ella, la mi Juanita, tuvo en casa a unos médicos japoneses -«lo supe por los ojos porque el idioma era un chau chau que no se entiende ni aprobando el curso completo del folloumi»- que venían a investigar la ceguera a base de un tratamiento con te de peña, genciana, cirigüeña y arándanos. Pues marcharon para allá, es decir , para China porque si eran japoneses digo yo..., con todos los productos y los mazaron allí para aplicárselos en los ojos.

Pues resulta que cuando volvieron al año siguiente mira tu por dónde resultó que los japoneses ciegos que se pusieron la cataplasma ya veían, pero sólo por la noche. Que no se puede hacer todo a tragalaperra, hay que darle tiempo a la ciencia.

Pues yo ya entiendo a los lobos. Resulta que me pararon el día del Pilar, para celebrarlo, y me pusieron una máquina de medir bebercio. Resulta que dí 0.0 y se pusieron como basiliscos, que si el cinto, que si la luz de atrás... Claro, los entiendo, ¡mira que sacar un cero con cero. Como que me multaron.
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