Errores y (h)errados

En la cárcel de Mansilla conocí durante un reportaje para la vieja Crónica a un hombre que estaba construyendo la maqueta de una casa. Estaba formada por pequeños ladrillos de piedra colocados uno a uno y tenía todos los detalles posibles. Cuando le pregunté a aquel hombre por qué estaba allí, me dijo que había incendiado una vivienda con gente dentro. Personas de su propia familia. No quise indagar más sobre el resultado del fuego, pero sé que le quedaban muchos años por delante, así que supongo que sería grave.

Había incendiado una casa y ahora construía otra. Imaginé las muchas horas que pasaba pensando en eso mientras fijaba, con extraordinario cuidado, cada uno de los minúsculos ladrillos. Era una forma -otra, además de la condena- de superar ese delito, ese error.

Hay errores que se pagan toda la vida y otros que se van diluyendo con el tiempo. A veces podemos dar marcha atrás y corregirlos y otras tenemos que empezar nuevos proyectos.

Creo que es un error repetir un gobierno que en los últimos años no ha protegido a los que peor lo han pasado con la crisis. También creo que es un enorme error colectivo que millones de estadounidenses hayan elegido a Trump. En el primer caso, auguro más de lo mismo. En el último, aún está por verse. Aunque, oyendo las burradas que dice el rubio millonario considero que, más que un presidente erróneo, debería ser un presidente herrado. Y con bozal.