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‘Entroi’ la marcha atrás

21/05/2017
 Actualizado a 07/09/2019
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La tragedia humana no tiene limites. Sin ir más lejos, que hay que volver y menudo precio que tiene la gasolina, ayer encontré a un hombre de nacionalidad asturiana y de condición social «hombre con sed» que cuando le dije que ya estaba en Mansilla lamentó: «Pues, seguramente, me salga de España a no ser que tope contra el mar». Y remató, «pues no tengo remedio».

Sufre el hombre –además de la necesidad de matar la sed que le come por dentro– una rarísima enfermedad de la que no encuentro datos ni en la barriga del tío Google, lo que quiere decir que es un caso único salvo unidades aisladas en tierra sin ‘guifi’.

El hombre lo explicaba: «Ye que entrome la marcha atrás». Y ahí debo reconocer que Carlos, el del bar Mansillés, dijo que tenía visto «algún enfermo más». (Lo tengo dicho, a los cantineros antiguos hay que subvencionarlos).

Pues el problema, camino de la tragedia, es que con esa enfermedad el desarraigo puede ser irrefrenable. «Pues, os decía, entrome la marcha atrás y llevo días volviendo pa la mío casa, pero cuanto más ando más lejos estoy».

Y entre más anda. Es la misma tragedia que sufría Sidoro cuando no se hacía con la clientela y daba en llamarnos de todo. «Llevo toda la vida matando tontos y me quedan el doble que cuando empecé».

Son esas tragedias de la humanidad que te encogen el corazón. No podíamos marchar del dolor de aquel hombre camino del desarraigo y le preguntamos si tenía dónde dormir: «Si home, eso lo tengo arreglao. Tengo un apartamento de 10 metros cuadrados con todas las comodidades: ni agua, ni luz ni calefacción. Se llama furgoneta».

– ¿Y no puede volver para casa en la furgonteta?

Y ahí fue donde ya se nos encogió el corazón, que lo traigo en el bolsillo ese pequeño de los pantalones de antes para meter las monedas y me sobra sitio.

– Calla, eso ye lo peor. ‘Entroi’ la marcha atrás y cuanto más aceleramos más lejos estamos de casa.
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