08/04/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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"La mujer está poseída". Es el motivo reconocido por los jueces de la sala novena de lo Civil de los Juzgados de Milán para un divorcio sin más culpables que el dueño del averno. Por eso la separación no tendrá carga para los ya ex esposos: ella tendrá una pensión alimenticia y él se irá a casa sin más. La historia la contaba este viernes la corresponsal de RNE en Roma, Sagrario Ruiz de Apodaca, y yo la oía mientras mi cabeza marchaba al runrún de qué escribir en la columna esta semana. Cuando no hay tema... el demonio es el mejor.

Acudí entonces a la fuente principal: un artículo del Corriere della Sera que completaba la noticia. En los fundamentos de la sentencia se reconocían los «fenómenos inexplicables» que le ocurrían a la mujer, sustentados en la palabra de algunos testigos: un fraile capuchino, su párroco, un exorcista monseñor de la diócesis de Milán y varios fieles. Ellos habían visto cómo ella tenía extrañas «convulsiones corporales» y cómo arrojaba «con una sola mano, un pesado banco» contra el altar. Un banco que se elevó en el aire para caer en una «proyección parabólica».

Pues vaya, pienso, y qué manía tiene Belcebú con poseernos siempre a nosotras. Pero, cuando dejo tranquilos a los italianos me encuentro, a la vuelta de la esquina, con que el Obispado de León ha obligado al párroco de Vilecha a renunciar a su cargo tras las críticas de los vecinos. Uy, ¿el olor del azufre ha llegado hasta aquí o será la primavera? Los habitantes de Vilecha hablan de comportamientos singulares: no da la catequesis a los niños, a una mujer que casi no mueve la mano derecha se niega a darle la comunión en la izquierda, ha quitado todas las flores, ha cambiado todas las imágenes y «no dice ni los buenos días», alegan.

Adivino que también es Lucifer el que me hace leer en otro titular: «ETA asegura que ya es una organización desalmada». ¿Cómo? Ah, desarmada. «Tomamos las armas por el pueblo vasco y ahora las dejamos en sus manos», dicen los muy caraduras en su invocación satánica.

Y siguen los signos del Mal: los 86 muertos en el ataque químico en Siria del martes y los 16 por los Tomahawk de réplica lanzados ayer por Estados Unidos.

Respondo sin que nadie pregunte: ¿Endemoniados? ¡Si el diablo somos nosotros!
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