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Encuesta, que algo queda

05/04/2017
 Actualizado a 11/09/2019
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Es asombroso cómo se contagia la estulticia (ignorancia + necedad). Va la Generalidad catalana, nos cocina una encuesta, la endilga a los medios, y hete aquí que casi todos se ponen a anunciar que el independentismo retrocede. 4,2 puntos a favor de los que no quieren la independencia ha sido suficiente para que anunciar la buena nueva. El bálsamo de Fierabrás. Así, sin más análisis, ni precisiones, ni cautelas. Dice La Razón: «El independentismo se desploma». Para El Español significa que la corrupción desmoviliza al independentismo. Para otro opinador esto demuestra que aplicar la ley (?) no crea más independentistas, y para los pesebristas del Gobierno, que la estrategia cabestril de Rajoy es la acertada. ¡Qué predispuestos están algunos a creer en los milagros!

La más elemental prudencia periodística y política obliga a distanciarse y tener en cuenta cosas tan cautas como éstas:
1) Toda encuesta es, ante todo y sobre todo, un instrumento de propaganda, un medio para inclinar la opinión pública o de la mayoría, en una dirección.
2) Si esa encuesta la realiza un organismo como la Generalidad, no es aventurado suponer que su principal misión es servir a la causa separatista, a cuyo fin se dirigen todos los pasos, pasitos y pasodobles que lleva a cabo y para los que cuenta con el oro y el moro que generosamente le entregan Rajoy y Montoro.
3) Preguntémonos, ergo, qué fin persiguen los cocineros del barómetro del CEO al ofrecernos estos datos precocinados. Dado que no puede ser el reconocimiento de un hecho contrario a sus intereses y maquinaciones, hete aquí que debemos suponer que lo que han metido al horno es gato encerrado.
4) Esbocemos una posible explicación perogrullesca: nada más eficaz para que los incondicionales redoblen su labor coactiva y proselitista, que hacerles ver que la victoria puede peligrar por puntos. Ahora que la tenemos al alcance de la mano, no la perdamos por falta de entrega o cansancio. A los otros que, como Rajoy, creen que eso de la independencia es un imposible metafísico, pues qué bien, ya veis, la cosa se arregla sola, así que a seguir durmiendo la siesta. Bastaría preguntarse por estos posibles efectos para no tragarse ese alucinógeno del 4,2%. (En junio de 2015 era el 5%, por cierto).
5) Para sospechar más de la ingeniería culinaria del independentismo, recojamos otros datos que los del victorioso 4,2 ni citan: un 63,3% piensa que Cataluña tiene un nivel insuficiente de autonomía frente a sólo un 5,8% que piensa que tiene demasiada. Pero hay más: el 75% de catalanes participaría en un referéndum unilateral, o sea, ilegal, y de éstos, un 43,3% votaría a favor de la separación frente un 22,2% que votaría en contra. Curiosamente este dato, que de ser cierto sería el más relevante, pasa desapercibido.

No hace falta ser un Maquiavelo para darse cuenta de que con unos datos y otros lo que se pretende es convencer de la inexorable e inevitable necesidad de un referéndum. Tanto es así que ya he oído a no sé qué mendrugo del Gobierno insinuar que, por ahora, no es posible ese referéndum, pero que si se reforma de Constitución…, pues ya veríamos. Puede que hasta le pase por la caberza a Rajoy que quizás no sea tan malo esto de permitir el referéndum, porque… ¿y si lo ganamos?

Ya ven si no hay motivos para no tragarse la pócima envenenada de esta encuesta, que no es más que otra muestra de cómo sabe utilizar todos los recursos el secesionismo, cómo ha ido construyendo la ola del proceso, con qué artimañas y alimañas contables y estadísticas, con qué artilugios, confundiendo, obnubilando a los pusilánimes, ingenuos y mentecatos, los que nunca han aceptado que hace más de tres décadas que el nacionalseparatismo decidió saltarse todas las leyes y normas democráticas, empezando por el respeto a la verdad, inventándose sus propias encuestas, leyes y lo que hiciera falta, porque su fin es supremo y todo lo justifica.
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