En la boca, «mina»

24/01/2017
 Actualizado a 07/09/2019
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Pisar el Bierzo es traer entre los labios un mensaje de aliento aprendido sobre la mina. Dos sílabas que no hay político que ponga el pie en la comarca que no sepa pronunciar a la perfección. Bien entonadas, incluso pueden permitir algún aplauso, y ellos lo saben. Por eso, aunque hablemos de peces y patatas, saber enlazar el tema con la lucha por el sector minero es fundamental para mantener en alto el puño de la guerra obrera. Lástima que por los bajos se vayan cayendo gotitas de la descongelada mentira, que dura lo que un hielo en agosto. De ahí que las visitas den cada vez más la mano a ese adjetivo de «relámpago». Se dejan caer, sueltan su «los otros fueron», se hacen grandes en «nosotros no somos» y la guinda de la tarta la pone esa de «lucharemos por la MINA», o en su defecto, por el CARBÓN nacional, que también deja buen aliento. El colmo es ir sentenciando al cierre a un sector que ha seguido la doctrina de prejubilaciones marcada por los gobiernos multicolores que se han dejado caer por Moncloa, para que ahora nos caigan mensajes de que no hay minas para tanta demanda. El stock en el parque de carbones de Compostilla no casa con la compra de carbón internacional porque en casa no hay producto. Tampoco rellena el puzzle saber que la factura de la luz se abarataría con el carbón . Eso rezan los papeles, pero, frente a las cámaras, los dedos acusan al mineral de malo, puerco, caro y no sé qué más insultos que obligan a asesinarlo, eso sí, dulcemente, tapadito con un Plan de Dinamización económica para las cuencas de 30 millones cuyo fin no se sabe de qué lado está ni exactamente dónde están esos euros. Y no se trata de negarse a a la inversión, simplemente de pedir que se escuchen en sus palabras cuando se llevan a la boca «mina».
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