Elogio de la disidencia

17/03/2017
 Actualizado a 08/09/2019
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Arancha controla su rebaño en unos segundos. Más bien se lo manda controlar a su perro Junior y éste obedece a sus silbidos y sonidos con una precisión y velocidad increíbles.

Arancha se muestra convencida de que Junior lo hará, le hagan fotos o no, le graben en vídeo o no, lo hará. Tan solo tiene una duda, las cabras, no siempre obedecen, a veces hay que insistir, «la cabra tira al monte, ya se sabe», bromea; aunque también acaban obedeciendo, esta vez.

Y, metidos en tópicos, las ovejas obedecen «como ovejas», sin dudarlo, haciendo «las cosas como dios manda», que diría el presidente.

Cuando nos vamos, después de una larga conversación, con ovejas y cabras abandonadas a la mano de Junior, cruzamos esta estampa. Las ovejas, las obedientes ovejas, las que nunca le llevan la contraria a Junior, pacen en el suelo las hierbas secas y agostadas de un invierno cruel. Sin darle más vueltas a su destino, «es lo que hay» parecen asumir, en esa frase que nos repiten tantas veces en la vida diaria, recurriendo a la frase más indigna de la ignominia de no dejarte ser.

Sólo la cabra, la desobediente, se revela contra la dureza y busca en las ramas más altas el verde y la comida jugosa, levantando los ojos del suelo gris, negándose a asumir que «es lo que hay» pues hay más.

Y Junior, al fondo ves su rabo negro, mira a la cabra sin ladrar.
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