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El Wifi y el pueblo

21/10/2016
 Actualizado a 12/09/2019
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No cuento nada nuevo si hablo de la situación de los pueblos de esta provincia: cada vez más envejecidos, con tan pocos niños que a veces ya ni para el autobús escolar y escasamente atractivos y esperanzadores para los jóvenes. Aunque eso cambia, o cambiaba al menos un poco, cuando llega el verano. Eso sí, la época estival en las localidades más pequeñas pierde días al ritmo que que pierde población y ya apenas va del 15 de julio al día de Nuestra Señora.

Pero qué días y qué intensidad, al menos para los más pequeños. Haces cosas como si cada jornada tuviera 48 horas, pillas –al menos– una insolación por día, la bicicleta es tu transporte más fiel, haces del río (reguero, o como queráis llamarlo) y de la bodega tus lugares de refresco, te caes unas quince veces, te pican ocho pulgas, quemas el tiembre a los vecinos más cascarrabias... Y un largo etcétera que, por desgracia, se está acabando al ritmo al que desaparece la gente de los pueblos. Y tiene un culpable: el Wifi de los ayuntamientos o ‘telecentros’, que se une, además, a que ahora el día de la primera comunión, si es que se espera a esa fecha, si no te regalan un móvil –Smartphone, claro–, te regalan una ‘tablet’ y, si no, un ordenador, o las tres.

Total, que si se unen los dos elementos, el verano se convierte en: desayunar, coger la bicicleta –menos mal que ésto todavía no se ha perdido– y al Wifi, ir a comer, coger la visera y volver al Wifi y cenar y... Adivinen. Sí, vuelta al Wifi.
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