En este sentido, Castañón lamentó la pertinente pérdida de empleo, que se ha derivado a otras instalaciones en León, y apostilló que la situación y las intenciones no parecen indicar que vuelta a retomarse. Asimismo, Castañón apostilló que se mantienen los contactos con la Junta de Castilla y León, la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) y el gerente del matadero.
El adjudicatario continúa haciéndose cargo de la renta del inmueble, que no desarrolla actividad El pasado mes de abril este periódico se hacía eco de la decisión de la Junta de Castilla y León de cerrar las puertas a la actividad en el matadero mientras que no se tomen las medidas correctoras recomendadas por los técnicos sanitarios en las últimas inspecciones a estas instalaciones. Una decisión que llegaba tras quejas, denuncias y dos inspecciones a las instalaciones.
La primera de ellas fue en julio de 2015, y tras la visita se elaboró un informe en el que, entre otros aspectos, se recogían una serie de medidas correctoras que debía afrontar la empresa para garantizar las condiciones higiénico-sanitarias de sus vertidos y que habían sido objeto de una denuncia por parte de un particular. La segunda visita se desarrollaba en enero de 2016 para comprobar y evaluar el estado de las dependencias. En el último informe no se declaraba la completa idoneidad de las instalaciones, y se recomendaba la conveniencia de llevar a cabo en ellas una serie de medidas correctoras que, todo parece indicar, no se han puesto en marcha.
Denuncias y vertidos
Sanciones económicas, vertidos y denuncias ciudadanas han marcado la realidad del matadero durante aproximadamente un año. Las denuncias de particulares ante el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) han superado el centenar durante los últimos catorce años. Entre 2015 y 2016 estas denuncias se han referido a malos olores y prácticas insalubres en las instalaciones del matadero y sus alrededores, como la existencia de pieles de cordero depositadas en el suelo y tripas en contenedores abiertos, o vertidos de origen animal en el río Bernesga como sangre, tripas e incluso orejas de cerdo.