El
incendio forestal registrado el martes en el
barrio de Cantamilanos, en el norte de la ciudad de León, calcinó 20 hectáreas de matorral y superficie agrícola. Las llamas de este incendio provocaron el corte parcial de la N-630 durante una hora y obligó a desalojar a 12 personas de la residencia de los Misioneros Claretianos.En la extinción del fuego participaron varias dotaciones de los Bomberos de León, así como efectivos de la Consejería de Medio Ambiente y un helicóptero que consiguieron controlar unas llamas avivadas y propagadas por las fuertes rachas de viento registradas en la jornada del martes.
El consejero de Fomento y Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León,
Juan Carlos Suárez-Quiñones, insistió este miércoles en pedir la colaboración ciudadana y “mucha precaución” ante un verano “muy complicado” de incendios por “la sequedad del terreno y de las masas arbustivas”, tras superar el “pico” de peligrosidad de este martes donde “se daba la regla de los 30: más de 30 grados, vientos de más de 30 kilómetros por hora y humedad menor del 30 por ciento”.
Suárez-Quiñones reconoció que había “unas circunstancias muy peligrosas para los incendios” e informó que el que permanece activo en la localidad salmantina de Aldeadávila de la Ribera desde el lunes, cuando alcanzó el nivel 2 del Infocal por acercarse a las casas y obligar a desalojar un camping, subió de nuevo al nivel 1 esta noche por “reavivarse a mediodía por el fuerte viento cambiante” y por permanecer sin controlar más de 12 horas.
“Este año los incendios son mucho más difíciles de controlar y de extinguir
porque la sequedad del terreno hace que permanezcan puntos calientes que, ante cualquier cambio del viento, se pueden reavivar”, explicó el consejero de Fomento y Medio Ambiente, quien recordó que “solo entre el 5 y el 7 por ciento de los incendios son espontáneos y ajenos a la mano del hombre”, siendo un 51 por ciento intencionados y en torno al 40 por ciento resultado de “actividades imprudentes y poca diligencia”.