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El fuero y el huevo

26/03/2017
 Actualizado a 15/09/2019
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Andan muchos leoneses reivindicando de un tiempo acá que se celebre como merece el 1.000 aniversario de la proclamación del Fuero de León, ese conjunto de preceptos que el rey Alfonso V decretó en la primitiva catedral de León el año 1017 y que algunos historiadores consideran la norma territorial más antigua de la España cristiana medieval. Como de costumbre, los leoneses se enorgullecen de su prolongada historia, que les consuela de su mediocre presente o por lo menos eso parece a la vista de las manifestaciones de algunos de ellos. Pocos son, sin embargo, los que junto con la celebración del Fuero piden el huevo, esto es, su traducción en algo concreto, como sí hacen otros territorios vecinos que anteponen incluso el segundo al primero en interpretación interesada del dicho que, según unos, acuñó Quevedo al afirmar que la rebelión de Cataluña en la Sublevación de 1640 «ni es por el fuero ni es por el huevo» (¿qué diría de la actual?) y, según otros, a una vieja a la que el cura le reclamaba el huevo que según él debía pagar como diezmo a la iglesia: «No lo hago por el huevo, sino por el fuero», le contestó la mujer negándose a dárselo.

Mientras que León, en efecto, reivindica sentimentalmente sus antiguos fueros, su condición de cuna del parlamentarismo universal y hasta la posesión del Santo Grial, que es tanto como decir que se tiene la llave de la caja fuerte del cristianismo, otras regiones españolas utilizan sus presuntas glorias para reclamar el huevo, esto es, su conversión en dinero contante y sonante y en privilegios para sus poblaciones. Incluso comunidades con cuatro días de antigüedad apelan a sus pasados históricos para pedir que se traduzcan en concesiones del Estado y mejor trato que a otras que no lo merecen tanto, a su parecer, como ellas. Sin dar nombres, que están en la mente de todos, las hay que hasta se definen a sí mismas como históricas, como si las demás no lo fueran tanto y como si la condición de histórica diera derecho a salir beneficiado en el reparto de la solidaridad común. Que la Constitución proclame la igualdad de derechos de todos los españoles independientemente de su sexo, raza, religión, opinión o lugar de nacimiento o residencia parece que no va con algunos de esos territorios, que incluso esgrimen su condición foral para justificar su derecho a una discriminación positiva.

No digo tanto como que León deba hacer lo mismo, pero sí que los leoneses, además de conmemorar sus hitos históricos y de presumir de ellos si eso le satisface (que no cuenten conmigo para una cosa ni para la otra), deberían también exigir el huevo que les corresponde, no por su importancia histórica, sino por su condición de españoles iguales ante la ley, ni mejores ni peores, algo que les hurtaron desde el momento en el que, contra lo que pasó con todos los demás, ni siquiera les dejaron decidir qué futuro querían para sí.
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