03/12/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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No falla. En eventos sociales de esos para «codearse» o de politiqueo o universitarios o empresariales hay que lanzar la vista varias filas después de la primera para encontrar un número representativo de mujeres. Y éstas, a no ser que les hagan un hueco por despiste o por decoración, ni siquiera saldrán en las fotos posteriores, llenas de corbatas.

Es como si el elemento XX estuviera recién descubierto y permaneciera en la trastienda, mientras el escaparate sigue reservado a los elementos XY. Las mujeres comparten así la misma suerte que el Nihonio, el Moscovio, el Téneso y el Oganesón, los últimos hermanos llegados a la tabla periódica estos días, relegados a la séptima fila por tardones.

En otros ambientes, sin embargo, el porcentaje se inclina hacia el elemento XX. Así, en las presentaciones literarias o en las inauguraciones de exposiciones, el público femenino puede alcanzar el 70%, mientras que en las reuniones de Ampas de colegios e institutos y en el voluntariado social este porcentaje es posible que llegue al 90%.

En una semana en la que se ha hablado de «feminizar la política» como si fuera el eslogan del próximo aroma del Ambi Pur para primarias y una editorial ha retirado la faja de un libro de Elena Garro en la que se presentaba a la escritora mexicana como «mujer de Octavio Paz y amante de Bioy Casares», al menos ha estado Fulgencio Fernández para presentar su libro Leonesas y pioneras y hablarnos de su abuela Josefa, «inventora del optimismo».
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