El berciano que dicta justicia en la Liga

El árbitro José Luis González es el único representante leonés que hay este año en Primera División, adonde hace 6 años ascendió «tres días antes de casarme»

Jesús Coca Aguilera
13/12/2014
 Actualizado a 19/09/2019
El colegiado berciano intenta acallar las protestas de Roberto Soldado durante un encuentro en que pitaba al Valencia. | EFE
El colegiado berciano intenta acallar las protestas de Roberto Soldado durante un encuentro en que pitaba al Valencia. | EFE
Está en Primera División, pero no centra la atención mediática que la mayoría de los protagonistas de la misma. Y, de hecho, si lo hiciera sería mala señal. Porque su labor es la de impartir justicia, y pasar desapercibido tras un partido la mejor de las noticias. Es el árbitro berciano José Luis González González, que desde hace seis años milita en la máxima categoría del fútbol español, donde este año es el único representante de la provincia. Se ha convertido ya en un fijo en la élite, en lo que es el final de un camino que comenzó hace 26 años. Porque, con sólo 13, dio el salto al mundo del arbitraje.

«Yo jugaba al fútbol y mi hermano mayor se había metido a árbitro, así que hice las pruebas, empecé, me gustó y hasta ahora», cuenta José Luis, que tuvo que dejar de jugar en el Fuentesnuevas en que militaba, «ya que no existía la figura de árbitro colaborador que hay ahora y no podía estar federado». Y, poco a poco, fue creciendo y subiendo divisiones. «Cuando empiezas a llegar muy pronto a categorías nacionales es cuanto te das cuenta de que éso va en serio, hay que ver que yo llegué a Tercera con 20 años y que con 24 estaba en Segunda B e iba de cuarto árbitro a encuentros de Primera y Segunda... ». Así relata su progresión un José Luis González que en la universidad «lo compaginaba con jugar a fútbol y fútbol sala» y que tiene claro que lo complicado no aumenta a medida que crece la división, sino que llega antes.

«Lo difícil era pitar en Regional Preferente. Yo tenía 15 años e iba a los campos sin árbitros asistentes, sin medir el 1.90 de hoy, siendo un chavalín delgado y pequeño que iba por ahí dirigendo a hombres hechos y derechos», recuerda González, diciendo que «ahí es donde te haces árbitro y aprendes, luego en Primera tienes que soportar un poco el tema de la presión mediática pero realmente es para disfrutar ». Y es que, por aquella época, era la figura de su padre la que le permitía acurdir a los partidos. «Pitábamos mi hermano y yo y claro, no teníamos coche, así que muchas veces directamente nos ponían en pueblos cercanos y nuestro padre nos llevaba a uno», cuenta González González, que deja claro que «cuando ya podíamos ir nosotros él siguió viniendo, es muy futbolero».

Eran otros tiempos muy diferentes a los actuales. A la élite en que se mueve desde hace seis años. Un ascenso que, más que un premio, la casualidad hizo que acabara siendo el mejor regalo de bodas posible. «Llevaba ya 6 años en Segunda A y aunque había estado en boca de ascender varios años y se hablaba de mí como uno de los candidatos, no había acabado de lograrlo. Hasta que, tres días antes de casarme, me comunicaron que subía. Recuerdo que fue con una llamada de teléfono por la mañana y que me quedé muy feliz pero tranquilo, saboreando lo que para mí era una gran victoria». Y, una vez entre los mejores, González reconoce que «disfrutas en todos los sitios, ves los mejores jugadores de mundo al lado tuyo, aunque alguno no había nacido todavía cuando yo ya pitaba »; y sales al campo «quizá algo nervioso pero contento y feliz, no piensas que te ve mucha gente porque te puedes quedar paralizado».

El futuro


Pero, ¿y ahora qué?, ¿cuáles son sus siguientes objetivos?. Pues José Luis explica que «dado que internacional ya no puedo ser porque he pasado de los 38 años, pues seguir mejorando y subiendo de nivel, que lo haces con ilusión viendo que el Comité confía en ti y te da grandes partidos». Aunque realmente para un árbitro, ¿que te asignen pitar al Barcelona o al Madrid con toda la repercusión que eso supone es un premio o un castigo?

El berciano tiene claro que lo primero. «Siempre aspiras a pitar los partidos más grandes y hay que ser conscientes de que cuando lo haces a uno de esos dos equipos todo se eleva a la undécima potencia. Sólo hay que ver la cantidad de medios que mueven, hay 20 cámaras, despliegues increíbles... son 90 minutos igual que otro choque pero diferentes mediáticamente», explica José Luis González, que este año ya ha pitado por ejemplo el Granada-Real Madrid o el Levante - Barcelona, y que considera como los dos choques más importantes en que ha actuado, «dos semifinales de Copa del Rey, que fueron un Valencia-Barcelona y un Real Sociedad-Barcelona, dado que la final sin ser internacional no puedo hacerla».

Choques con ‘grandes’ por el medio que son más fácil de llevar con el respeto ganado con los años. «Está claro que la experiencia es un peine que te llega cuando ya estás calvo. Ahora sabes cómo tratar mejor a la gente y disfrutas más porque no tienes ese ansia de hacerlo bien que te hace ir como un pollo sin cabeza y eso es algo que los jugadores también ven», afirma un José Luis González que en el trato con los protagonistas intenta «tratar a todos por igual y con respeto, cuanto mejor te llevas con ellos mejor para todos porque son ellos los que muchas veces lo hacen fácil y difícil.

Por eso intento ser bastante dialogante aunque rígido con el que no quiere comprender, arbitrando muchas veces se me ve sonreír pero también se me infla la vena de vez en cuando.... básicamente eso lo marca el partido, nosotros somos como los bomberos, tenemos que estar ahí por si hay fuego». Policía en Ponferrada entre semana, González tiene claro que la cantera arbitral también necesita nuevos pupilos. Por eso, anima a los jóvenes a dar el paso señalando que «a nivel de personalidad te hace crecer muchísimo, ves un niño entrar a un colegio de árbitros todo paradito y en seis meses tiene la mirada del dragón». Consejos y reflexiones marcados por la experiencia. Palabra de uno de los sheriff de la Primera División.
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