El alma del bosque de Riocamba

Una placa conmemorativa recuerda al ingeniero Juan Jesús Molina, impulsor de la reforestación de más de 25.000 hectáreas de monte

D.L.M.
17/04/2017
 Actualizado a 18/09/2019
La placa sobre una monolito en mitad del bosque fue descubierta este lunes en un acto institucional.
La placa sobre una monolito en mitad del bosque fue descubierta este lunes en un acto institucional.
Juan Jesús Molina fue el ingeniero de Montes que ejecutó la reforestación de un paisaje duramente castigado por el fuego y el uso abusivo de los recursos para la ganadería. Molina fue el alma de la gran obra natural que devolvió la vida al monte de Riocamba (Cea), que actualmente suma unas 2.500 hectáreas, cubiertas mayoritariamente de pinares de repoblación y con presencia también de robledales. Hoy es un referente en la conservación y la explotación de los recursos forestales, pero para llegar a este punto ha sido necesario el tesón y el talento de cientos de personas, entre los que destacó el ingeniero al que este lunes se rindió homenaje en el mismo bosque, en el que se dejar el alma.

Juan Jesús Molina falleció el pasado mes de enero, por lo que no ha podido ver el monolito que desde este lunes recuerda su obra a todo el que visite el lugar. Al descubrimiento de la placa en su honor asistieron familiares y amigos, así como diversas autoridades entre las que se encontraban el director del Medio Natural, José Ángel Arranz, del delegado territorial de la Junta en León, Guillermo García, así como de técnicos de la Consejería y varios representantes del Colegio Nacional de Ingenieros de Montes.

Con el acto simbólico celebrado este lunes, la memoria de Molina volverá a encontrarse con la de ‘Niño’, el caballo con el que recorrió durante años los parajes de Riocamba y cuyo recuerdo se mantiene sobre las herraduras del monumento que el ingeniero mando colocar a su muerte en 1973 en un asombroso robledal en Campalbo.

El régimen de claras se ha venido organizando a un ritmo de 5.000 toneladas de madera al año También hay espacio en Riocamba para el recuerdo de un valle a situado a muchos kilómetros de distancia, pero de gran notoriedad para lo leoneses. El recuerdo de Vegamián esta vivo en los escudos de la fachada de la casa forestal, rescatados de las aguas del embalse por otro ingeniero y en cuya piedra se puede leer «Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe».

La victoria y la fe de Juan Jesús Molina en Riocamba se extiende por miles de hectáreas después de décadas de trabajo. El monte fue adquirido por el Patrimonio Forestal del Estado en 1944 a la junta vecinal de Cea y ese mismo año se redactó el Proyecto de Repoblación Forestal, suscrito por el ingeniero de montes Juan Jesús Molina para la recuperación del bosque. Se describía entonces el estado general del monte como de acusada degradación: siglos de incendios repetidos y devastación ganadera habían convertido el frondoso bosque de otros tiempos en una enorme extensión de brezo salpicada de brotes de rebollo recomidos y requemados; solo algunas vallejas de la zona sur cobijaban algunos rodales de roble.

Los trabajos de repoblación comenzaron al año siguiente y se prolongaron hasta 1962, convirtiéndolo en un referente de los trabajos del Plan de Repoblación Forestal Nacional. La cuantiosa afluencia de decenas de peones para estos trabajos llevó a construir una casa forestal, así como numerosas viviendas que configuraron un pequeño poblado, con su escuela e iglesia propias.

Aquí se ensayaron diversos tipos de repoblación y se abordaron los primeros trabajos de mecanización. Además de la repoblación de los páramos con pinos, se realizaron también interesantes plantaciones con hileras de abedules junto a los cursos de agua, se crearon puntos de agua y siembras de pastizal para mejorar la calidad del hábitat faunístico y se resaltaron algunas matas de roble para guiar su desarrollo.

En el bosque también hay una escultura en recuerdo a ‘Niño’ el caballo que tuvo el ingeniero Molina Estos trabajos se extendieron luego a toda la comarca de los páramos del Cea y del Carrión, a caballo entre las provincias de León y Palencia, creándose así una masa forestal que hoy se extiende sobre más de 25.000 hectáreas. La masa implantada se fue desarrollando y cobijando una fauna y flora cada vez más ricas. Los lobos fueron protegidos y los venados se hicieron proverbiales por su abundancia y la calidad de sus trofeos. Al abrigo del pinar, a mediados de los años ochenta, aparecieron los primeros helechos, poco después los primeros acebos, y el roble se fue paulatinamente recuperando y extendiendo.

Este monte fue el primero procedente de plantación de Castilla y León en contar con un instrumento de ordenación forestal aprobado, desde 1999, que definía el régimen de claras que los sucesivos ingenieros responsables de su gestión han venido organizando, a un ritmo sostenido de más de 5.000 toneladas de madera extraídas anualmente. En la actualidad, el monte está sujeto a una gestión forestal sostenible que ha sido certificada por Aenor, conforme al sistema PEFC, que es el más utilizado en el mundo.

No obstante, más allá de las certificaciones oficiales, el monte de Riocamba es hoy un espacio natural único en la provincia de León. Entre los miles de pinos, árboles y rebollos no solo se pueden encontrar especies vegetales y animales características de León, sino también leyendas, historias y evidencias de un pasado, cuyos peores episodios están ya bajo las raíces de esta gran masa forestal.
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