El aire contaminado que respiramos en primavera y verano

Ecologistas en Acción advirtió este miércoles de que los 2,5 millones de ciudadanos de Castilla y León respiró aire contaminado por ozono, con unos niveles de este contaminante por encima de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante los meses de primavera y verano de este año, según se desprende del informe elaborado por la formación ecologista. La coyuntura meteorológica, el cambio climático, el repunte del tráfico, el fraude en las emisiones de los vehículos y la apuesta gubernamental por las energías sucias son algunas de las causas que afecta tanto a la salud ciudadana como también a los cultivos y espacios naturales.

El informe elaborado por Ecologistas en Acción, según informó la formación a través de un comunicado, analiza los datos recogidos en 455 estaciones oficiales de medición de ozono instaladas en todo el país, entre ellas 37 situadas en Castilla y León. De este informe se desprende que el ozono troposférico, que es aquel que cada año afecta a más población y territorio, registró este año unos niveles más bajos que los de los dos años anteriores -tomando como referencia el valor recomendado por la OMS-, aunque la contaminación generada desde las principales ciudades, las autovías y autopistas y las térmicas del norte de León y Palencia se extienden por el territorio afectando a zonas “más alejadas y rurales en la forma de ozono troposférico”.

La superficie expuesta a niveles de ozono que exceden de los legalmente permitidos para proteger los cultivos agrícolas y los ecosistemas naturales alcanza 19.000 kilómetros cuadrados, la quinta parte del territorio de Castilla y León, en la zona sur y este de la Comunidad. Aunque la contaminación por ozono en 2016 es consecuencia en primera instancia de la coyuntura meteorológica, caracterizada por una gran estabilidad atmosférica y un fuerte calor estival, su evolución reciente está relacionada con la tendencia al incremento en verano de las temperaturas medias y de las situaciones meteorológicas extremas, resultado del cambio climático.

A juicio de Ecologistas en Acción, la contaminación por ozono debería abordarse como un problema sanitario “de primer orden”. La Agencia Europea de Medio Ambiente estima en 1.800 las muertes prematuras en el España por la exposición a niveles de contaminación por ozono como los registrados en Castilla y León durante este año, y las personas más afectadas son los niños, las personas mayores, las mujeres embarazadas y las personas con enfermedades respiratorias y cardiovasculares crónicas.

Además, la información a la ciudadanía por parte de las administraciones públicas “no es ni adecuada ni ajustada a la gravedad del problema”, y la página web de calidad del aire autonómica no ofrece “ningún dato” de las 15 estaciones de las redes industriales. Resulta “elemental” que la Junta de Castilla y León se esfuerce por mejorar la información de la calidad del aire en su Comunidad, estimaron.

Por otro lado, y aunque los planes de mejora de la calidad del aire para reducir la contaminación son obligatorios según la legislación vigente, en el caso del ozono, la Junta de Castilla y León lleva años omitiendo la elaboración y aplicación de dichos planes, en las zonas de Duero Norte, Soria y Demanda, Montaña Sur, Valle del Tiétar y Alberche y Sur y Este de Castilla y León, donde resultan preceptivos. “Se trata de una negligencia que está poniendo en peligro la salud de 800.000 castellanos y leoneses, así como la productividad de los cultivos y la conservación de numerosos espacios naturales protegidos”, lamentaron.

Las principales vías de actuación para reducir la contaminación del aire por ozono en Castilla y León son la disminución del tráfico motorizado, la reducción de la necesidad de movilidad y la potenciación del transporte público. Es necesario además dar facilidades al tránsito peatonal y a la bicicleta en las ciudades, así como la adopción generalizada de las mejores técnicas industriales disponibles, la sustitución de los disolventes orgánicos por agua y la reducción drástica de la generación eléctrica en centrales térmicas, en particular las que utilizan carbón, como son Compostilla, Anllares, La Robla y Guardo.