El agua, el perro y el caballo

14/03/2017
 Actualizado a 16/09/2019
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Al caballo, que domina la escena y tiene el poder de la fuerza y la patada, no le preocupa que el perro ocupe su espacio, se busque la vida, espere a que caiga algo que llevarse a la boca a la hora de comer. Sabe que cada día es así, que cada día le visita, juega, corre y le entretiene. Es el perro.

Sabe el caballo la vieja leyenda del cielo y el infierno. Cuando el hombre llegó con su perro y su caballo, exhausto, a la puerta de una gran mansión. «Quiero beber», dijo el hombre. «Pase y beba cuanto quiera, pero su perro y su caballo no, aquí no se permite la entrada de animales».
– ¿Y qué es aquí?
– El cielo.

Se fue. No entró. Caminó más, todos tenían más sed. Llegaron a otra esquina, había otro arquero en ella y le pidieron agua: «Pasen y beban cuanto quieran, los tres».
– ¿Qué lugar es éste?
– El cielo.
– El cielo nos dijeron que era aquel.
– Aquel era el infierno.
– ¿Cómo se distinguen? Las puertas son iguales, los porteros visten igual.
– Porque si el hombre entra y bebe él solo... solo merece el infierno.

El caballo no beberá solo. Bien lo sabe.
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