Donde las casas bajas se mezclan con edificios

Una cooperativa resolvió en los años 50 la demanda de vivienda que existía en León diseñando un barrio, el de El Ejido, donde antes había prados y huertas

Rosa Álvarez
21/05/2017
 Actualizado a 15/09/2019
El Ejido está situado en la zona este de la ciudad y en él vivien unas 11.000 personas, según el Ayuntamiento. | DANIEL MARTÍN
El Ejido está situado en la zona este de la ciudad y en él vivien unas 11.000 personas, según el Ayuntamiento. | DANIEL MARTÍN
En los años 50 del siglo pasado León se encontraba en pleno crecimiento. La demanda de vivienda superaba a la oferta y la zona este de la ciudad se presentaba como una opción más que viable para programar un ensanche. Una cooperativa, creada por la parroquia de Jesús Divino Obrero, tomó la iniciativa. A su idea de entonces se debe el diseño original del barrio de El Ejido, esa configuración particular que mantiene a día de hoy pese a haber cambiado en parte su cara, ya que los años no pasan en balde.

Las huertas, prados y terrenos de labranza que entonces ocupaban su espacio dejaron paso a casas bajas, unifamiliares y adosadas. «En ese momento se ofreció una solución urbanística a la zona absolutamente racional y acertada, que dio respuesta a la demanda que había entonces y que, además, lo hizo de forma atractiva, con chalecitos con su huerta y su patio, que se ven poco en el centro de las ciudades y que le confieren un carácter especial», señala Javier García Prieto, el concejal del Ayuntamiento que tiene asignado el barrio.

Pero pronto estas casitas se quedaron escasas y la necesidad de espacio impulsó otro tipo de construcción, en vertical. Así, apenas una década después, próximos a estas viviendas se empezaron a levantar edificios más convencionales. Una mezcla que otorga al barrio una personalidad propia.

Cruzado por cerca de 40 calles y con una extensión que ronda el medio kilómetro cuadrado, en El Ejido residen actualmente unas 11.000 personas, según los datos de los que dispone el Ayuntamiento. No obstante, pese a reunir a un buen número de vecinos, el barrio no ha conseguido mantener el nivel de seducción inicial, perdiendo esta batalla frente a otras zonas de la ciudad que han demostrado un mayor dinamismo. «El perfil de su población está bastante envejecido», reconoce García Prieto, que advierte, sin embargo, que esta tendencia está cambiando, aunque levemente, en los últimos cinco años. Incide en sus puntos fuertes, que los tiene, como su buena ubicación o su proximidad al «gran pulmón verde de León, el parque de La Candamia», pero si se le pregunta por las ‘debilidades’ de El Ejido también lo tiene claro. «Hay cosas mejorables, pero no se detectan en él problemas diferentes a lo que pueden ser las necesidades básicas de cualquier otra zona». Sí que explica que «cuando se peatonalizó la Calle Ancha, el barrio, que entonces tenía acceso directo al centro por automóvil, dejó de tenerlo», generando algún problema de movilidad que se suma al de su propia configuración en su parte más antigua, en la que hay una maraña de callejuelas reguladas con cedas, direcciones prohibidas y escasa visibilidad. Desde la Asociación de Vecinos, su presidenta, Adela Borge, apunta a esta peatonalización como un punto de inflexión clave para El Ejido. «Desde que la hicieron nos han dejado como a una reserva de indios, aislados», bromea. Para ella, problemas hay bastantes más que ese, y entre ellos destaca «la iluminación, la vigilancia, la limpieza o el arreglo de las aceras». La mejora del tráfico también la han batallado: «desde el Ayuntamiento nos han dicho que no se puede hacer nada, pero creemos que es necesario hacer una revisión de la circulación dentro del barrio», dice.Si se refuerza el trabajo en estos puntos, Borge no tiene duda de que El Ejido es un gran barrio. «Vamos poco a poco. Cosas se han hecho, pero claro, siempre hay muchas que faltan». Así, confía en que más adelante se pueda «relanzar» y aprovechar mejor, porque ahora mismo, reconoce, ha pasado por unos años en los que «se ha quedado bastante estancado, la población está muy envejecida y han cerrado muchas tiendas y negocios».Lo que más abunda en El Ejido son los pequeños comercios, los de proximidad. Tiendas «de las de toda la vida», bares y algún restaurante, destacando su presencia en la que se considera como su arteria principal, la Avenida José María Fernández, que relevó en el puesto a Daoiz y Velarde años atrás. «No es una zona de grandes negocios», subraya Borge. No obstante, en servicios no salen mal parados, hay un centro deportivo, centros de enseñanza y zonas verdes. Un apartado en el que destaca por tamaño el parque de La Granja, pero además, hay otro parque en José María Fernández haciendo esquina con Batalla de Clavijo que, según la presidenta de la Asociación de Vecinos, «han arreglado hace relativamente poco, lo han levantado y lo han puesto nuevo». «En cuanto a parques y jardines está en el promedio de la ciudad», afirma también García Prieto.

‘Exitus’

Pero si hay algo en lo que ambos inciden y que sin duda juega a su favor es su cercanía al casco histórico. En su momento tomó su nombre, El Ejido, del latín ‘exitus’, salida, por estar en las afueras de la ciudad, pero para el concejal no lo son como tal. «Son unas afueras que están a cinco minutos de la Plaza Mayor y a otros cinco de la Catedral».
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