Donde la noche se viste "de comedia"

Riaño estrena obra de teatro cada día de Santa Águeda desde 1999 gracias al trabajo del grupo de teatro que lleva el nombre del pueblo. Quince vecinos que mantienen viva la llama de la vieja tradición de las comedias

Fulgencio Fernández
26/03/2017
 Actualizado a 12/09/2019
Prácticamente todo el grupo Riaño (tan solo falta uno de los actores)sentados en el escenario donde estrenaron ‘No es tan fiero el león como...' | MAURICIO PEÑA
Prácticamente todo el grupo Riaño (tan solo falta uno de los actores)sentados en el escenario donde estrenaron ‘No es tan fiero el león como...' | MAURICIO PEÑA
En los días siguientes a Santa Águeda (5 de febrero) es muy habitual que cuando Esther vende la barra en la panadería le den las gracias «a la dulce Satur» y a su hermano le llamen «El majestuoso Jackson»... Y a Nuria le llamen Nievitas, Margarita sea Lola, el histórico Manolo sea Gerardo y a Carrasco le pierdan el respeto que se ganó durante décadas como guardia civil en el pueblo y le comenten las andanzas de Pachín...

Es la lógica consecuencia del éxito que el Grupo de Teatro Riaño cosecha cada año, y van 19 seguidos, en el estreno de su obra en la festividad de Santa Águeda, un reconocimiento hijo de las muchas horas de ensayo en las largas noches del valle, con varios ensayos semanales, a partir de las 10 de la noche, que es cuando sus horarios son compatibles pues el día es para el trabajo, ya que estos actores son los panaderos (Esther y Javi Recio), el carpintero de Lario (Carlos Fernández), la cartera (María Jesús Díez), un contratista de obras (Juan José Canal), el guía de la Iglesia de La Puerta (Simón Barata), un jubilado con huerto (Manolo, una pariente de Imanol Arias (Margarita Mallagaray) o un histórico guardia civil jubilado que, como él mismo dice, «llevo el peso de la obra» (Manuel Carrasco) o la encargada del restaurante Tanis, Begoña Liébana, directora del grupo y encargada de los arreglos: «Siempre hay que cortar algo, añadir, doblar personajes, para que se ajusten las obras a la gente que somos, que ése es uno de los mayores problemas, encontrar obras para 12 ó 13 actores, y que sean comedias, que es lo que le gusta a la gente y no están los tiempos para tristezas». Más la incansable Nuria, saltando entre Riaño y Crémenes; Rosa, trabajadora municipal...Begoña Liébana y Manolo Álvarez son los veteranos del grupo ya que, recuerda Manolo, «ya hicimos teatro en el Riaño viejo, en el año 85 y 86 hicimos obras ‘abajo’. Recuerdo que la primera fue Los árboles mueren de pie, de Alejandro Casona, y otra en el 86, la última, pues en diciembre de aquel año pasó aquello...».

Manolo, que vivió los desalojos del 86, lo resume en un impreciso «pasó aquello» pero le traicionan los recuerdos y, recordando la famosa foto de Vicente levantando la vara contra la guardia civil, se dirige a Mauri para decirle: «Te quería dar las gracias por lo que entonces hicisteis por nosotros, ya hace mucho tiempo pero no te lo había podido decir». Al fotógrafo se le hizo un nudo en la garganta y los dos pasaron a hablar de la exposición de fotografías que se van a poder ver en verano en el Museo Etnográfico de Riaño. «Estará la foto de Vicente y Paz, claro, es la que siempre preside las exposiciones...».

Begoña Liébana recuerda que, al margen de aquellas obras que se representaron en los últimos años del viejo Riaño, «aquí siempre hubo tradición, toda la gente mayor del pueblo cuando empezamos a hacer las obras nos venían a contar que recordaban cuando se hacían comedias en el pueblo. Muchas se emocionaban al recordarlo y para nosotros hacía mucho más agradable el trabajo».

«Sin descanso desde 1999»Y un protagonista indiscutible de la nueva etapa, ya en el pueblo nuevo, es Manuel Carrasco, el guardia civil jubilado que interpreta con gracia y mostacho largos papeles. «Yo soy de Madrid pero vine para aquí destinado y ya no me moví, 34 años me parece que estuve de guardia y después me quedé a vivir en Riaño».Y siempre remata con un «y no he fallado ni un año al teatro, desde 1999, si van 19 temporadas son 19 obras y he estado en todas».Esther, la panadera y como tal una de las más conocidas del elenco, es a su vez «la alegría de la huerta», ésa que nunca falta en este tipo de grupos. «La verdad es que son muchos ensayos, pasamos todo el invierno ensayando tres días a la semana, hasta el estreno, que ya bajamos el ritmo porque también hay más trabajo para casi todos. Nos juntamos a las diez de la noche, para que podamos ir todos, y algunos de esos días fríos, de nieve o ventisca, da pereza salir de casa pero después llega el día de Santa Águeda, el estreno, la acogida, que te pega un subidón y ya dices... venga, vamos a por otra».Así es como el teatro se convirtió en el puente entre el viejo y el nuevo Riaño, la histórica tradición de las comedias, aunque la reactivación del grupo, en el 99, tiene un curioso origen, que recuerda Carrasco. «Los del coro, que son más veteranos que nosotros, nos retaron a hacer un grupo, que no nos atrevíamos, y vaya si cogimos el guante, que no lo hemos soltado».Reconocen además que el grupo de teatro, tantas horas de ensayo juntos, crea unos lazos especiales entre ellos y es normal que en sus conversaciones se crucen párrafos de las obras que han venido representando.

- ¿Qué haces ahora?
- Nada especial. «La vulgaridad no tiene historia», que diría Pachín el de Carrasco, dicen en un momento del encuentro que la eficaz Nuria de Ponga propició para «hablar del teatro».

Ya ha pasado el estreno. Ahora llegará alguna representación por la comarca, en Cistierna y Olleros, en principio, pero les gustaría aprovechar más el trabajo de los ensayos: «Cuando íbamos gratis nos llamaban más, ahora sólo pedimos la gasolina, nada para el grupo, y ya se nos echan para atrás».

El teléfono espera. Aseguran risas.

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