29/08/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Huye con prisas este mes de agosto y con él, prácticamente despedimos el verano. Comienza una nueva temporada, que en mi caso se presenta apasionante, y laafronto con la misma ilusión que en el año 2001 cuando ingresé en la radio de los micrófonos verdes. Este ha sido para mí un verano peculiar, viviendo eso que algunos denominan «la dulce espera» (ya me explicará alguien lo que tiene de dulce…). Ha sido en León, durmiendo más de lo necesario, viendo películas y leyendo novelas hasta altas horas. No hemos podido ir en busca del ansiado bronceado de Sancti Petri (muy lucido por las calles de León), ni hemos comprado ropa de marca para lucir en los paseos nocturnos de Sanxenxo. Y por supuesto hemos renunciando a las fiestas de la noche marbellí… Lo que sí hemos podido disfrutar han sido los agradables paseos por Eras de Renueva al ponerse el sol. Hasta ahora, creía que las sombras de los árboles solo las tenían en propiedad algunas familias de socios del club deportivo del Paseo del Parque, por el que deberían pagar recargo.Pero este verano he descubierto que los buenos bancos de Eras tienen dueño y ¡ay de ti si osas sentarte en ellos! Yo lo comprobé en mis carnes cuando un día paseando con mi abuelos nos sentamos en uno de los bancos con abono. Los titulares primero utilizaron la guerra psicológica. Que si en ese lugar se iba a levantar viento y la corriente no era buena para los huesos, que si desde allí se oían demasiado los gritos del parque… Y acto seguido, viendo que no nos inmutábamos, decidieron actuar. Apalancaron la cacha y aguantando la respiración y no me explico cómo, consiguieron hacerse con dos huecos, con el fin de hacernos un sándwich y expulsarnos de allí. Al día siguiente ya no tuvimos ninguna opción, desde las siete de la tarde el banco estaba ocupado. El tercer y cuarto día se organizaron perfectamente, y mientras dos paseaban, un retén con un buen bastón quedaba de guardia. Ante tal impotencia se me pasó por la cabeza emular al gran Tony Leblanc en los Tramposos y poner un letrero en el banco que leyese: Recién pintado. Y ni por esas. Así que le tendré que pedir al acalde la próxima vez que le vea algún banco más por la zona del centro deportivo, para evitar un conflicto mayor, no se nos vaya esto de las manos y veamos algún policía patrullando la zona dispuesto a cargar con multas, al igual que pasa en Benidorm con los abuelos que bajan a la playa antes de desayunar (07:00 a.m.) para clavar la sombrilla en primera línea. Quizá Silván recibiera peticiones similares el pasado jueves, cuando rodeado de muchos de nuestros mayores, que le arroparon, jalearon y besaron, cuando les prometió que las verbenas con baile de este verano continuarían durante el invierno y bajo techo.
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