El magistrado apunta también que a la declaración presentada por la víctima se suma una grabación que ella mismo hizo con su teléfono móvil en una momento en el que el profesor le ofrecía la nota que quisiera.La joven había procedido a grabar esa conversación, producida en 2008, después de haber vivido varios capítulos de acoso. Las declaraciones de otras alumnas reforzaron su testimonio, según argumenta el magistrado, y los testigos del acoso al que era sometida C.G.G.
Un «juego de tronos» sin probar
El magistrado apunta que no existen pruebas de la justificación de la denuncia que alegaba el profesor, un «juego de tronos» entre el equipo rectoral y la dirección de la Escuela Técnica de Ingeniería Agraria, en la que trabajaba el culpado, que también pertenecía al equipo rectoral. Para el magistrado, frente a los testimonios de las alumnas que sí que concretaron capítulos en los que relataban actitudes impropias del profesor con ellas «verosímiles y veraces», están las declaraciones de un profesor «que carecen de coherencia en aspectos relevantes y presentan contradicciones y afirmaciones que han resultado desmentidas», apunta.
La víctima argumentó entre sollozos que el acoso le había llevado a sufrir un fuerte período de ansiedad que le hizo padecer anorexia y tener que seguir sus estudios en Italia, mientras que el profesor aseguraba que era una alumna «conflictiva» que siempre reclamaba revisar sus exámenes.