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‘De tal palo, tal astilla’

24/03/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Hace menos de una semana, cuando la mayoría nos disponíamos a comprar pasteles para celebrar el Día del Padre (al mío le tocó uno de zanahoria con un cursi corazón que no triunfó demasiado) una banda de energúmenos acomplejados decidieron ir a ver jugar a sus hijos de 12 y 13 años en la que estaba llamada a ser una jornada familiar y que, finalmente, se convirtió en todo lo contrario. Ocurrió en Mallorca y estaréis hartos de verlo, pero sigue impresionando. Impresiona ver cómo hay padres que deciden hacer de un juego una batalla campal. Impresiona ver cómo liquidan de un plumazo el esfuerzo, el respeto y la diversión que se entienden como valores del deporte –más aún a esa edad– para convertir el partido en una guerra de egos. Impresiona ver cómo se creen por encima del bien y del mal, con capacidad para mandar sobre el entrenador que decide sentar a su hijo o sobre el árbitro que le apercibe. Pero lo que más impresiona es pensar en la educación que recibirán los niños que jugaban felizmente al fútbol hasta que una entrada provocó la exaltación de algunos padres que decidieron que era buena idea entrar al terreno de juego a recriminárselo al culpable como si una tarjeta no fuera suficiente. Probablemente sean los mismos que se presentan con cualquier excusa en el centro escolar de su hijo para recordar a los profesores que el suyo es el mejor y no se merece un 4. Y no son casos aislados. Y, por desgracia, en un futuro suele cumplirse el refrán: ‘De tal palo, tal astilla’.
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