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Dar con el niño líder

23/01/2017
 Actualizado a 07/09/2019
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Cuando se intenta vender como sea, hay personas y empresas para las que todo vale. Y cuando no hay límites que pongan freno a la codicia de las multinacionales uno se puede encontrar con situaciones y comentarios de todo tipo. Como esta anécdota que le voy a contar y que sucedió en el mostrador de una papelería, mientras el dueño del negocio hablaba por teléfono y uno –que estaba de visita– entabló conversación con el viajante de una conocidísima marca de artículos de material escolar y de oficina. Tan conocida que seguramente usted ha sido y es un cliente habitual.

Ya sé que la labor de los comerciales en algunos sectores donde hay que competir con muchas marcas y con los bazares chinos es difícil. Y ya sé que para cumplir objetivos al final del año y para que la nómina no se resienta hay que vender todo lo posible. Y entiendo que un comercial sea un poco pesado y que lleve una maleta como si fuera de vacaciones quince días llena de artículos para enseñar. Y que todo sea bueno, bonito y barato… como la frase hecha.

Lo que no podré entender es que en tono poco elegante se culpe a un pobre dependiente de papelería de provincias, como dicen ellos, de «no haber sabido dar con el niño líder de cada clase» al ver que la última remesa de afilapuntas de diseño lleva dos meses en las estanterías y apenas se han vendido media docena de unidades. Lo que hay que ver... a las mafias buscando al «niño líder de la clase» para introducir sus productos en un colegio y poder vender lapiceros y gomas. Dándole vueltas al asunto, me imagino que el niño que se hace líder con seis años será el gallito del colegio con once y el follador del instituto –con perdón por caer en la vulgaridad– a los quince. Y si no le parten la cara antes, líos, juzgados y problemas todos los días.
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