Corro de Las Manzanedas: ‘El Oso’ encuentra la miel pero siente el aliento en el cogote

Edu Pallide derrota a Bulnes y se pone líder de la única categoría sin campeón pero Caberín gana el corro y «aprieta»

Fulgencio Fernández
20/09/2016
 Actualizado a 18/09/2019
Tarde agradable y mucho público en el corro a la sombra del Santuario. | FULGENCIO FERNÁNDEZ
Tarde agradable y mucho público en el corro a la sombra del Santuario. | FULGENCIO FERNÁNDEZ
Ya había pasado de todo. Las colas para la paella, buena tarde, incluso con el carrito de los helados... Había pasado de todo, tres victorias de La Fabricona (Santi, Moisés y Rodri), dos lesiones que helaron la tarde... y empezó pesados, la única categoría sin campeón, con la cabeza apretada y, se lo digo ya, aún se apretó más.

Tres en liza. Un Bulnes que lleva más de un mes manejando las ventajas con más cálculo que aquellos tenderos que llevaban las cuentas en la cabeza, un Oso de Pallide que lleva semanas oliendo la miel del liderato y se ha hecho a las colmenas y un Caberín que después de muchos contratiempos de todo tipo ha iniciado una tarea de persecución que parecía imposible y, sin embargo, sus rivales ya sienten su aliento en el cogote.

Doce en la fila. Y el sorteo quiere que pronto empiece el morbo. En las previas, que es cuando hay muchos puntos en juego, se emparejan el líder, Roberto Bulnes, y el que viene oliendo las mieles del liderato, El Oso de Pallide. Al centro. Caberín mira desde la lejanía.

Se agarran y se temen. Va pasando el tiempo y sólo es un minuto y medio. Se cumple el minuto. Los comentarios se repiten:«Empate a cero, no arriesgan», pero cuando aún no los han finalizado se monta la tremolina, un grito de Edu despierta a los espectadores. Puede pasar de todo, parece que Roberto lo puede llevar pero el de Pallide tranca con fuerza atrás y lo lleva. Entera. Se levanta rápido El Oso, se ajusta el cinto. Mira desde el suelo Bulnes, tuerce la cabeza, no se lo cree y la mesa le da otro disgusto:«Quedan cinco segundos y nueve décimas de combate». Vuelve a torcer el gesto al escucharlo pero se levanta decidido. Se agarra. Grita ahora él, tira una cadrilada, le aguanta en parte Edu pero lo lleva. Media caída. «Quedan tres segundos». Yrepite el intento. «El intento no está penado», dice la grada y tras un casi ya no es posible. Se acabó. El Oso acaba de pillar la miel. Ya es líder de pesados, algo que no pensaba ni él al inicio de la temporada.

Pero no había ganado el corro. En la lejanía miraba Abel Isaí, que le esperaba en la semifinal.

Entre las cosas del Tigre Acosta, que se metió entre los cuatro, un Bahillo siempre serio y eficaz... llega el combate. Abel-Edu, El Oso-Caberín, la Liga. No hay color. Dos cero para Caberín que insiste en hacerles sentir el aliento en el cogote, en obligar al Oso a mirar de reojo al coger la miel pues le están acechando. Tampoco hay color en la final y Abel la lucha con buena lucha. Una cadrilada y una dedilla meten la clasificación casi en un puño. Mírela. Aún todo el posible, que es lo mejor que se puede decir a estas alturas.
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