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Cómo convertir el dolor en belleza

27/05/2016
 Actualizado a 13/09/2019
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El otro día escuché a Javier del Pino entrevistando en su programa a un célebre pianista británico y me quedé fascinada con lo que contaba aquel tipo que estaba en el ‘A vivir’ para promocionar un libro autobiográfico, ‘Instrumental’. El relato de James Rhodes era tan brutal, tan salvaje, que su historia no parecía real: Un profesor lo violó cuando era un niño, durante años, y esa experiencia tan traumática cambió para siempre su vida y la llenó de episodios turbios...

Dos días después de aquella charla radiofónica ya tenía el libro en mis manos. Efectivamente, es muy bestia, tanto que un tribunal intentó prohibir su publicación (su exmujer lo denunció), aunque el Supremo sentenció que Rhodes tiene derecho a contar al mundo lo que le ocurrió...

Aún no lo he terminado, pero estremece ver cómo este chico (40) ‘va pudiendo’ sobrevivir a la crueldad de un pederasta que le dejó tantas secuelas... y uno no sabe cómo acabará su historia. Rhodes ha intentado suicidarse cinco veces. Ha estado ingresado en psiquiátricos. Ha visitado el infierno a menudo. Drogas, medicación, alcohol...

Pero su historia –un sufrimiento infinito y repleto de monstruos– es también un tributo apasionado al poder terapéutico y sanador de la música y un maravilloso elogio a la resistencia... A veces, cuenta, aguantar el día a día es lo más heroico que puedes hacer. «Bach me salvó la vida, y yo amo la vida», escribe. En su historia –al tocar las 88 teclas del piano, al escribir este libro, con cada día que sobrevive–, Rhodes da una lección de cómo convertir el dolor en belleza.
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