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Científicamente tontos

28/01/2017
 Actualizado a 07/09/2019
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Trump, ese presidente cuyas entradas capilares están más ocultas que una timba ilegal, dice que el muro que va a construir con México lo pagarán los mexicanos. Rajoy, cuya barba desmiente la morenez del cabello-Grecian 2000, asegura que el recibo de la luz bajará porque «va a llover». Son dos explicaciones cogidas por los pelos -del rubio y del moreno- y eso en menos de una semana.

Más: la consejera delegada de Bankinter, Dolores Dancausa, defendía el jueves que, ante las sentencias contrarias por las cláusulas suelo, ella cree en «la banca que ayuda a financiar los sueños de la gente», para desviar la atención de la financiación de sus pesadillas. Mientras, el PP de Valencia «no recuerda» que pagó a los abogados de los imputados en la Gürtel con la subvención pública por su representación en el parlamento autonómico. Y la mujer de Luis Bárcenas, la maragata Rosalía Iglesias, aseguraba el lunes en el juicio por esta misma trama que en casa nunca hablaban de trabajo porque tenían una «vida personal llena» y no era su «tipo de conversación». Añadía que cuando iba a Suiza con su marido, la verdad es que no sabía que visitaban bancos porque allí «no tienen nada que ver con los de España» y, vamos, que parecían otra cosa, una lavandería o una tienda de muebles de restauración.

No me extraña que, con todo esto, los científicos hayan adelantado también estos días el llamado Reloj del Fin del Mundo. Según ellos, estamos a dos minutos y medio de la catástrofe (la medianoche) y hemos vuelto a 1953, el inicio de la Guerra Fría. Será por el invierno.

Casi a la vez, un grupo científico -atención- INTERNACIONAL (CSIC español, Academia China de Ciencias Agrícolas y las Universidades de Florida y Jerusalén) publicaba en la revista Science un estudio sobre por qué los tomates no saben a tomate y, tras analizar 398 variedades «modernas» de tomate, encontraban que tienen menos cantidad de 13 compuestos relacionados con el sabor.

A mi abuela Teresa, que cumplió 89 años este pasado miércoles y lleva media vida clasificando a lo Mendel las semillas de los excelentes tomates de su huerta, sólo podría explicarle esta semana de una manera. Le diría: «abuela, ya somos científicamente tontos».
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