07/11/2017
 Actualizado a 15/09/2019
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La semana pasada un atracador, al ser sorprendido por la policía, se suicidaba porque prefería morir antes que volver a pasar por la cárcel. No obstante, por dura que sea la cárcel, no parece que quitarse la vida sea la solución. Por otra parte las cárceles españolas nada tienen que ver con las antiguas mazmorras o con las prisiones inhumanas y degradantes que hay todavía en muchos países del mundo, si bien ingresar en una prisión, por mucho que se le llame Hotel Rejas, es siempre algo indeseable y humillante, sobre todo por la falta de libertad.

Cuando hemos tenido noticia de que varios miembros del recientementedepuesto gobierno de la Generalidad eran arrestados, muchos hemos experimentado inevitablemente una sensación de tristeza. Es muy fuerte. Ello no quiere decir que critiquemos la acción de la justicia.Alguna vez hemos oído decir a algún juez que una de las cosas que más le cuesta es precisamentetener que enviar a alguien a prisión. Sin embargo, hemos de aceptar que hay situaciones en las que no queda más remedio que privar a algunas personas de libertad, no tanto como venganza, cuanto como medida para salvaguardar importantes derechos de la sociedad y de los individuos.

En un estado democrático y de derecho como el español son las leyes las que determinan lo que es lícito y lo que no lo es y las sanciones proporcionadas con las que ha de castigarse el incumplimiento de estas leyes. En el caso que nos ocupa todo indica que se han vulnerado gravemente leyes tan fundamentales como la Constitución y el Estatuto, dando un auténtico golpe de Estado, aunque sus autores no quieran verlo así. Dejar impunes unas faltas tan graves sería tanto como traicionar a quienes sí cumplen las leyes. Además se supone que sus infractores, si no son tontos, deberían saber las consecuencias. ¿O acaso algunos tienen el privilegio de poder incumplirlas impunemente?

El icono de la justicia lleva una venda en los ojos para no tener que hacer distinciones entre ricos y pobres, entre poderosos y débiles, para no dejarse intimidar por las presiones de nadie. Afortunadamente entre nosotros existe la división de poderes. Por esta razón nos es posible comprobar que en este momento estána la cárcel presidentes autónomos y consejeros pertenecientes al propio partido gobernante en España, y no solo los catalanes.

Si un muchacho ha sido condenado a tres años y medio por robar una bicicleta, mucho peor es en términos económicos eldaño que algunos han hecho a Cataluña y a España.
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