Cada perro se lame

07/04/2017
 Actualizado a 06/09/2019
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Se acercan los días –más bien ya están aquí– en los que los cristianos, algunos no tanto pero bueno, van a procesionar a sus dioses por la calle. Con música y pasión.

La pasión se les supone, como el valor en la mili; y la música, sin que me lo tomen a mal, después de todo lo que ensayan la verdad es que no se nota. Hasta la Cultural dejó de ser una sinfonía desde que han tomado los alrededores del estadio como campo de ensayo procesional. Pero son sus dioses y ellos verán la banda sonora. Mientras no les de por las saetas.

Pero cada cual pasea sus dioses.

Estos días pasados tomaron la calle otros dioses y diosas, los de la moda. La plaza era pasarela, desfilaban en sus plataformas sin ningún dolor que acompañara su caminar. Es difícil no sumarse a los devotos de esta cofradía.

También tomarán calles y plazas un día de estos, el jueves, los discípulos de Genaro, más cuestionados aunque cada año más numerosos. Asfaltan de orujo las calles por las que van a desfilar y a las que algunos se asoman con la única pretensión de volverse a escandalizar.

Han vuelto a tomar las calles los cofrades del culturalismo, camino del estadio y el sufrimiento. Son de la raza de los que van a las puertas del Juzgado para pedir clemencia para Messi, no se vaya a enfadar dios.

Aquí, decía el maestro y filósofo Angelillo, «cada perro se lame...».
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