19/04/2023
 Actualizado a 19/04/2023
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Burgos, Miranda, Lugo, Oviedo, Gijón, Santander, son fechas señaladas desde el inicio de temporada para acompañar al equipo y pasar el día por las respectivas ciudades. Tras el partido ante el Leganés, los ánimos estaban por los suelos. Ya no era ni siquiera por el resultado, sino por las sensaciones. No éramos capaces de ganar a nadie. La salida a Burgos se complicaba.

La distancia para alcanzar la permanencia ya era de 7 puntos contando con el golaveraje. Los resultados de nuestros rivales directos no acompañaban. Tan solo un milagro nos sacaría de esta. Parece que, de la noche a la mañana, con la llegada de Juanfran, la gente se vuelve a ilusionar. Al fin y al cabo, hacerlo peor de lo que lo estábamos haciendo era complicado.

Nos vamos a Burgos. Paseíto por los alrededores de la catedral más bonita de la comunidad a mi juicio, con sus respectivas cañas prepartido donde la protagonista que acapara gran parte de la conversación es esa ansiada alineación y todo lo que eso supone. Alrededor de 50 bercianos en la grada del feudo burgalés. Tras una primera parte que ni escribiendo el mejor guión posible, nos vamos por delante en el marcador.

«Si fuésemos listos no se tendría que jugar ni un minuto en la segunda», dijo un amigo tras el pitido al final de la primera parte. Las sensaciones de partidos anteriores parecía que rondaban por ese pequeño sector de El Plantío. A pesar de ser superiores en la primera parte a un Burgos que había llegado dos veces contadas, nadie estaba convencido de lo que estábamos haciendo.

Dos errores garrafales le dieron la vuelta al marcador. Otro día más en la oficina. La caraja post descanso tiene lo mismo de característico que las cañas antes de entrar al estadio. Tras el empate al filo del 90, llegó el momento culmen. Balón desde fuera del área que clava Erik Morán en la escuadra. Orgásmico. La locura estaba servida. Los jugadores, el banquillo, los aficionados. Burgos se había vestido de Fuenlabrada. Y, lo mejor aún, Juanfran de Mesías.

«Qué poco dura la alegría en casa de los pobres», el VAR anuló el gol después de vivir uno de los mejores momentos de mi vida en un campo de fútbol. Un fuera de juego más que cuestionable. Una decisión arbitral que nos vuelve a arrebatar los 3 puntos. Un tiro en la sien duele menos. La imagen del balón desempolvando la escuadra no desaparece durante el camino de vuelta y los tres días posteriores. Quizá fue una señal de que aún no está todo perdido, de que nuestros guerreros van a luchar hasta el final.
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