Azadas sin cable

La romería de la Melonera tomó este sábado la plaza del Grano, a la que devolvió sus esencias más añejas

Fulgencio Fernández
25/09/2016
 Actualizado a 01/09/2019
El siglo pasado no se entendería sin los huertos. | DANIEL MARTÍN
El siglo pasado no se entendería sin los huertos. | DANIEL MARTÍN
La romería de La Melonera cumplió su función. Viajar en el tiempo, que las gentes que durante el año pasan desapercibidas tengan su protagonismo, que los viejos trabajos produzcan sus frutos, que acaban en los puestos de la Plaza del Grano,la empedrada, la que ayer acogió la romería. Y a la que acudieron un buen número de leoneses, que era lo que pretendían desde la Asociación García I.

Y reabrir el debate entre los chavales de las máquinas y los abuelos de las azadas, sin cable ni batería, no se enchufan, van a motor de garbanzo, como comprobaron los chavales al ver a un paisano trabajando el huerto como se hizo siempre. "Que las lechugas no nacer en el supermercado, allí ya llegan hecho", le bromean a uno de los chavales que mira absorto y, tal vez, nunca lo había visto antes. En el bolso se le nota el bulto del móvil pero no se atreve a sacarlo.

El debate se acrecienta con la representación de la covada y los actos del bautizo. Se puede explicar lo de las lechugas, incluso lo de aquellas mujeres que golpean el montón de lana tirado en el suelo con unas varas largas, con las que repiten una y otra vez los palos, "hasta que la lana este bien esponjada y suelta", explica una de ellas.

- Antes los colchones eran de lana y cuando se ponía dura, que ya dormías mal, se les sacaba la lana, se vareaba, se volvía a coser el colchón con unas agujas especiales... ¡Y qué gozada los primeros días!

Suena la música por aquí y por allá. Llega más gentes, curiosos que vuelven a ver la vieja plaza del Grano, la que celebra la condición de labrantines de tantos paisanos de esta provincia, como debió ser hace un siglo. De eso se trataba.

Más complicado se ponía el debate, más difíciles se hacían las explicaciones, cuando llegó la representación de la covada, aquella vieja costumbre de una sociedad claramente machista en la que la mujer daba a luz y era el hombre el que se metía en cama a descansar.

- Ya lo sé, pero qué quieres que te diga, era así en algunos pueblos de la Maragatería, la Cabrera y algunas zonas de la Montaña...
- Pues vaya.
Pues vaya. Seguramente si estuviera el chaval del móvil en el bolsillo se hubiera atrevido a sacarlo. Que viajar un siglo en el tiempo no tiene por qué ser al paraíso.
Archivado en
Lo más leído