Avanza la soledad

29/12/2016
 Actualizado a 01/09/2019
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Resiste la piedra eterna. Aguantan las viejas ventanas reglamentarias que dejaban pasar la luz justa para ver y el frío necesario para que se cure la matanza. Resisten los cuencos e históricos utensilios que primero fueron para beber agua, después pequeñas macetas para flores sueltas y siempre el lugar bajo el que se dejaba la llave de la casa;se decía que escondida pero todo el pueblo sabía que estaba allí.

Esperan las tejas viejas ese momento en el que se hacen necesarias cuando otra gotera se abre camino entre aquellas canales a las que ha movido el viento y la nieve o ha partido la desazón de saber que trabajas para mantener una casa en la que ya no vive nadie.

Denuncian las hierbas que fueron cortadas y cuidadas en aquellos días de verano, pero avanza la soledad y el olvido. Crecerán aún más y taparán los recuerdos del último verano.

Y el final del camino se llama sofá. Cuando ya «está viejo para la casa»emprende el viaje del adiós, pero guarda tantos recuerdos, de cuando lo compraron y fue nuevo, cuando reinó en el salón, cuando se pegaban por sentarse en él... que la nostalgia le salva la vida aunque todo el mundo sabe que ése no es su sitio.

Ese corral pide un viejo banco o una simple piedra, un tronco de roble que antes fue tajo para la leña o una silla de toda la vida.

Cada conversación requiere su utilería y el sofá no figura en ella.
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