Armani se viste de Pirata

Juan José Padilla y Cayetano, ‘El Pirata’ y el modelo de Armani, fueron los rotundos triunfadores de la tarde de este domingo, con cuatro orejas cada uno y puerta grande. Faenas tan diferentes como su vida y su toreo para llegar al mismo destino, la salida a hombros

Fulgencio Fernández
26/06/2016
 Actualizado a 07/09/2019
Padilla lo intentó todo en León y entre sus recursos no faltaron las aplaudidas banderillas ‘al violín’, que siempre «enganchan». | REPORTAJE GRÁFICO: MAURICIO PEÑA
Padilla lo intentó todo en León y entre sus recursos no faltaron las aplaudidas banderillas ‘al violín’, que siempre «enganchan». | REPORTAJE GRÁFICO: MAURICIO PEÑA
Ala puerta grande de la gloria taurina se llega por diferentes caminos. Te la pueden abrir o la puedes tirar, la gloria te está esperando o el cielo lo tomas por asalto (con perdón, que sé los granos que la frase provoca en los taurinos, y más hoy, pero para este caso no hay otra expresión más gráfica).

Este domingo se medían en León las dos formas de entrar en la casa de la gloria, que te abran la puerta o que la tires. Se la abrían a Cayetano y Manzanares;debía tirarla Padilla. Manzanares se borró y lo borraron, lo borró el peor toro de la tarde (sí hubo quinto malo) y le desesperó en el segundo un subalterno que llegó a intentar 12 veces la puntilla sin acierto y tuvo el matador, nunca mejor dicho,que despacharlo con su descabello.

Quedaron, pues, cara a cara, un pirata con parche y un modelo de Armani en sus ratos libres. De los ojos de ambos se ha hablado mucho, de uno porque le falta, del otro por el embrujo de esos ojos de su padre.

Dos formas de vida. Padilla llegó y abrazó a conocidos y besó a viejos en su camino hacia la capilla. Cayetano corrió a recluirse en un cuarto pero al salir le esperaban unas y otras; algún uno, pocos. Muchas fotos y una especie de sonrisa triste, cansancio en esos ojos de Armani.

Se saben de cuna diferente. Padilla sabe que de las calles de los sueños en Jerez saltó a las plazas con Pedro Castillo como padrino (¿no les suena?)y El Niño de la Taurina como testigo. El Niño protagonizó un recordado reportaje titulado «Estoy vivo»para recordar que aún era torero.

A Cayetano le apadrinó otro Rivera, Francisco, en Ronda, con goyesca, plaza de la casa... Y llevaban años llamando a su puerta para que fuera torero. Nada más decir sí le llovieron 50 contratos al hijo de Paquirri, al nieto de Ordóñez, al de los ojos de Armani. Padilla peleaba por la portada del Pronto a Cayetano le esperaban en el Hola.
Pero a las seis se quedaron solos. Ya no hay pasado. Estoy solo y no hay nadie en el espejo.

El Pirata pronto decidió que iba a tirar la puerta, sin esperar, en el primero de la tarde, al que ya recibe de rodillas y el público ya no espera más para regalarle la ovación que tiene en la despensa de varios años de unión con esta plaza. Se las sabe todas para ganarse a esta plaza y despliega todas sus armas juntas:las taurinas, las efectistas, las personales, las del espectáculo. Recibió a portagayola, otra vez; las banderillas volvieron a ser la catapulta de los olés, después llegó el abanico de pases de rodillas, desplantes ante la cara el toro, la muleta y la espada al suelo,revoleras, chicuelinas y faroles al viento recibidas por todo lo alto... Después, en la recta final, cuando el toro pierde fuelle, envuelve al toro bajo su sobaco, le da varios pases en redondo en un metro, tira la capa, tira la espada, se arrodilla, muestra su pecho al toro y al público... «¡Torero!»le gritan.

Sabe que está todo hecho. Estoconazo desde el cielo, pues con su altura parece que el toro entra rendido a morir, y la presidencia se rinde. Ya tiene el pirata dos orejas.
Cayetano sonríe a los suyos. Ha salido de su burbuja. «Tiene ganas», dice quien parece conocerlo. Muchos se fijan en el paisano que saca la tablilla del toro, parece una provocación para el hijo de Paquirri que el toro que le ha correspondido en suerte se vaya a llamar Asesino, pero así se llama el de Núñez del Cuvillo.

(Por cierto, hablando de inoportunos, sin antitaurinos en los alrededores de la plaza fue una peña taurina y su charanga la que decidió hacerle un flaco favor con la reiteraciónde una grosera canción de impresentable letra, que además escenificaban de forma no menos grosera).

Y tenía ganas. Con otro arte. Con otras armas. Pero consciente de que tiene que justificar ahí, por más que le hayan abierto la puerta. Si Padilla camina a saltos Cayetano no deja huella en su caminar; si Padilla pide al público que se levante cual Simeone del toro Cayetano mira al tendido preguntando si han entendido lo que está haciendo.
Y lo que está haciendo es ligar series hiladas e hilvanadas.Gaoneras, chicuelinas, revoleras y cosas viejas como para recordar una sangre que además de abrirle las puertas le recuerdan que hay que justificar porqué estás en el salón de la gloria.

Le faltaba lo mismo que a Padilla, matar a Asesino, y se la juega. Estoconazo con salto y un final fulminante. Acaba de firmar las tablas con ese Pirata que tanto quieren en León. Tablas con blancas, faltan las negras.

Llegan, en la segunda vuelta. Padilla sabe que hay estado de gracia al otro lado del tablero y sale a esperar al toro, de rodillas, un quite por aplaudidos faroles, calentando el ambiente... y las banderillas, su arma.

Pero el torole avisa en banderillas que está allí para batirse en duelo con él, sin concesiones. No acude a la cita con prontitud, falsea en el viaje, le obliga a saltar la barrera y siembra cierto pánico en la cuadrilla pues Padilla insiste y arriesga. Hay nervios en su cuadrilla de andaluces con patilla bandolera, Mumbrú y Miguelete corren nerviosos y El Pirata no ceja hasta que le arranca dos violines al ‘cuvillo’. Lo mismo hace en la faena, todo lo que le puede hacer se lo arranca, busca la complicidad y la encuentra cuando mira al tendido mientras torea. De rodillas camina hacia el toro y éste recula. Se crece, lo vuelve a envolver debajo del sobaco y cuando ve que ha subido la temperatura lo despacha con otro estoconazo. La faena le arranca una oreja al presidente, el cariño de la plaza pone la segunda, ya van cuatro, El Pirata saca la bandera y coge arena en el centro de la plaza.

Pero El niño de Armani no se había rendido y sacó lo mejor cuando ya no había posibilidad de réplica, en el último de la tarde. Volvió a caminar sin dejar huella, toreó al natural, miró al tendido para preguntar si entendían... y le respondieron que sí. El toro le ayudaba, Cayetano ya tenía entusiasmo en los ojos más alabados, hizo concesiones a la galería, volvió a mirar a los tendidos y soltó un estoconazo que nadie vio ya sentado. Armani se acababa de vestir de Pirata, para León y por un día.
Le pidieron el rabo, incluso con insistencia mientras se le daba la vuelta al ruedo al toro. Hubo empate, pero no sé si tablas pues para El Pirata tuvieron que arrancarle la segunda oreja a la autoridad y para Cayetano quisieron arrancarle el rabo que casi, casi.

Fueron casi cuatro orejas y cuatro orejas y un casi rabo.
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