Argumentario arco iris

25/10/2016
 Actualizado a 09/09/2019
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Salía el arco iris en Ponferrada para dejar claro que cada color tiene su seña de identidad y que, aunque todos juntos se matrimonien en un inmenso blanco, no pueden confundirse en la paleta, porque siempre que lo hagamos sin concierto, llegaremos a un putrefacto marrón. Los que están son y por mucho que nos intenten vender un daltonismo que no padecemos no lo tenemos y punto. El PSOE viene a vender un color de una rosa que no vendió en su floristería electoral. Era roja sangre, la misma que Tino Rodríguez dice que vertió su abuelo en el 36 por defenderla y que tal vez hoy le tiraría de las orejas por vender el color de los que le dispararon. El anecdotario manejado para aplaudir un jardín marchito como si fuera el nacimiento de algo inmenso resulta tan desencajado que llega al delirio. Sacamos a nuestros muertos para decir que aquello era peor. Nos sirven también para levantar el puño y enaltecerlos como mártires ideológicos a los que seguir en otro contexto. Ahora parece que gana la apuesta del ‘no debieron morir por sus ideales’, bastaba con que se hubieran abstenido. Asusta el envés. Tal vez hayamos llegado ya al fin del argumentario. Ni con vaselina nos pueden colar un gol tamaño. ‘No es no’ sabemos que quiere decir, pero ‘No es abstenerse’ cuesta y ‘Abstenerse es sí’ ya parece uno de esos silogismos latinos que nos hacían dar vueltas ca una idea. Recibían el apellido de «lógicos», algo de lo que adolece ese argumentario del arco iris político que se funde a negro.
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