29/04/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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Una de las noticias más estremecedoras que nos llegan de otras partes del mundo es la crisis social y económica que se vive en el país hermano de Venezuela. Qué casualidad que estas situaciones se producen siempre, no por falta de recursos y oportunidades, sino por la mala gestión de la clase dirigente, que toma medidas inadecuadas, contrarias a las leyes del mercado, y se aísla de los países que deberían de ser sus socios de referencia. La esperpéntica imagen del dictador salido de las urnas, Nicolás Maduro, pasa ya a un segundo plano dejando paso a las de los ciudadanos sin trabajo, sin recursos, sin alimentos, sin perspectiva alguna de futuro. Es la imagen de un país que, pudiendo estar entre los primeros del mundo, o al menos del continente americano, en cotas de bienestar y progreso, se sitúa cada días más cerca de los que viven situaciones de hambruna. Y qué decir de la carencia de libertades, de la politización de la justicia, de la falta de respeto a la propiedad privada, la inseguridad ciudadana y la sonada presencia de presos políticos. El país es un desastre y es probable que aunque a corto plazo se produzca un cambio de gobierno, la sociedad quede ideológicamente dividida por muchos años y la recuperación sea lenta y dolorosa. Aquí, al otro lado del Atlántico, nos hacemos una idea de lo que están pasando porque nos enseñan esas imágenes de estanterías vacías en los supermercados, algo que queda muy grabado en la retina de quienes vivieron la España de posguerra, y porque no nos imaginamos la vida en un pueblo o ciudad donde se corta la luz eléctrica durante horas. Esto de la electricidad era motivo de comentario en el bar de mí pueblo, pensando seguramente en cómo iban a funcionar los negocios, las fábricas, los hospitales, o cómo se iba a poder vivir sin la televisión. De pronto, alguien se acordó de los arcones frigoríficos y terció en la conversación exclamando: ¡ se le estropeará todo lo que tienen en los arcones! Pero ya se han encargado los telediarios de contarnos que sus neveras y sus arcones frigoríficos llevan mucho tiempo vacíos.
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