Los investigadores creen que el hombre pudo matar a su mujer y a su hija entre junio y septiembre de 1987 El matrimonio, ella asturiana y él portugués, se instaló en Matadeón de los Oteros en la década de los ochenta. Allí vivieron unos meses, hasta que a ellas se las tragó la tierra. Llegaron huyendo de los comentarios que había sobre la pareja en Berbes (Ribadesella, Asturias), donde la mujer buscó ayuda a través de notas que tiraba por la ventana de la vivienda denunciando que su marido la tenía secuestrada. La misma técnica que volvería a usar en el pueblo leonés víctima de la misma situación de cautiverio. Su marido, Antonio María Da Silva, 18 años mayor que ella, fue detenido entonces por amenazas y tenencia de armas. Era abril de 1986.
De aquella Mari Trini estaba ya embarazada de Beatriz y aunque pasó unos meses en la casa familiar, una vez que nació la niña y murió su madre regresó a Matadeón junto a Da Silva.
Un minucioso rastreo en Matadeón para tratar de encontrar los cuerpos hace un año se cerró sin éxito La última señal de vida que se tiene de ella es de junio de 1987, cuando celebraron el primer aniversario de la criatura. Además en el mismo mes se celebró el primero de los juicios que Antonio María tenía pendientes y ambos acudieron juntos a los juzgados. No así en septiembre de ese mismo año, cuando compareció solo. Dos años de cárcel fue la condena que le impusieron al portugués y, según la tesis de los investigadores, para entonces, su mujer y su hija podrían estar ya muertas.
A estas alturas, las esperanzas de encontrar a estas dos mujeres con vida son prácticamente remotas. Fue el hermano de Mari Trini el que denunció su desaparición y el que ha peleado porque la causa no caiga en el olvido. Ahora la justicia ha archivado el caso al no encontrar pista alguna de la que seguir tirando, según publicaba este lunes La Nueva España.