Ni que decir tiene que la función guarda una clara conexión con la realidad política y social que nos ha tocado vivir, si bien tampoco hay que olvidar que tanto esta adaptación de Blasco Vilches como la anterior comentada de Javier Bermejo se inspiran claramente en la célebre pieza teatral de Reginald Rose ‘Doce hombres sin piedad’ que fue llevada al cine por Sidney Lumet en la década de los cincuenta y por Gustavo Pérez Puig algunos años más tarde en una de las grabaciones más recordadas del espacio Estudio 1.
Desde la producción se insiste en que ‘El jurado’ es un texto original de Luis Felipe Blasco Vilches que se inspira libremente en la mencionada obra de Rose, de la que conserva únicamente la estructura dramática, para erigirse en "un retrato de la sociedad española actual, del funcionamiento de nuestro sistema judicial, y un cuestionamiento del mismo mediante una trama de corrupción política".
La obra se sitúa dentro de la línea de teatro social ya apuntada por la compañía en anteriores espectáculos, y que en cierto modo conecta también con ‘El método’, de Jordi Galcerán, donde el peso de la representación se encuentra en el trabajo actoral, en los nueve componentes de un jurado cuya moral viciada será puesta de manifiesto, analizada y cuestionada, con el propósito de que el público regrese a casa con interrogantes tales como ¿qué hubiera hecho yo? o ¿es justa la justicia? Para el autor, Luis Felipe Blasco Vilches, el texto responde a nuestra actualidad, por eso en este caso el acusado es un político presuntamente corrupto, y los miembros que habrán de decidir el veredicto son gente de la calle «con sus criterios y sus prejuicios».
El desarrollo del texto responde a los principios del thriller, "con varias vueltas de tuerca que aumentarán el suspense, jugando todo el tiempo con lo que el espectador sabe, lo que supone y lo que no se espera. A su vez, en ‘El jurado’ se pone sobre las tablas una pregunta que cada cual habrá de responder: ¿somos capaces de ejercer la misma justicia que exigimos?".
Andrés Lima, actor y director teatral vinculado a la compañía Animalario, se encarga de la dirección de esta función que le ha permitido trabajar a partir de un texto mítico del pasado, como es el de Rose, y reflexionar sobre nuestro tiempo actual, sobre nosotros como sociedad. "La obra nos permitía llevar la sociopolítica al teatro, trasladar la corrupción que azota nuestros días al escenario. ‘Doce hombres sin piedad’ examinaba la pena de muerte, un tema presente en la sociedad de EEUU del momento; aquí partimos de la corrupción política como instrumento que nos sirve para hablar de política y de nosotros mismos. Desgraciadamente, la corrupción es un reflejo de lo que está ocurriendo en la sociedad española, por eso en ‘El jurado’ hemos tratado de que estén presentes todas las clases sociales, desde una burguesía privilegiada, un empresario joven, un prejubilado, un ama de casa que trata de sobrevivir limpiando suelos o una activista comprometida con los derechos sociales", señala Lima, para quien la función es "un cruce de caminos, a través del que se cuestiona una de las figuras más democráticas que tenemos en este país, como es el jurado popular. Esta obra permite adentrarnos en la capacidad de corrupción que tenemos todos los seres humanos y en el cuestionamiento de la justicia que vivimos hoy", concluye.